Real Madrid

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3-0: El Madrid desaparece en Eibar

El Real Madrid desperdició la oportunidad de reengancharse a la lucha por LaLiga Santander en una jornada en la que se enfrentan Atlético de Madrid y Barcelona, dejando la peor de sus imágenes de la temporada.

Los delanteros el Real Madrid; el galés Gareth Bale (d)y el francés Karim Benzema (d). EFE/Juan Herrero.
Los delanteros el Real Madrid; el galés Gareth Bale (d)y el francés Karim Benzema (d). EFE/Juan Herrero.larazon

El Real Madrid desperdició la oportunidad de reengancharse a la lucha por LaLiga Santander en una jornada en la que se enfrentan Atlético de Madrid y Barcelona, dejando la peor de sus imágenes de la temporada.

No dejó nada el Madrid en Eibar, ni fútbol ni pasión ni goles ni un poquito de ganas, sólo una ocasión de Benzema en la primera parte y después un vacío preocupante que dice mucho de los futbolistas de Solari. Ha cambiado el entrenador, ha habido un breve impulso, pero en Eibar volvió la tristeza y la sensación que muchos jugadores están agotados o secos y casi siempre en fuera de juego, tanto literal como metafóricamente. Se están quedando sin excusas muchos de ellos, a leguas de su mejor momento, deprimidos y sin recursos para generar algo de fútbol. No hubo casi nada antes del gol y menos después del primer tanto en contra. Un atisbo de reacción, alguien que aportase una solución, un rayo de luz entre la espesura, nada. El Eibar mandó todo el partido, nunca se cansó de presionar como si tuviese más jugadores sobre el campo y durante la segunda mitad, cuando se esperaba que el conjunto blanco sacase la raza llegaron dos goles más de los locales y un par de paradas Courtois para evitar un sofoco más grave.

Acabado el efecto Solari, el entusiasmo por la llegada de aire nuevo al vestuario, ahora el entrenador va a tener que empezar a tomar medidas si pretende cambiar el rumbo de un equipo que no es regular y al que define, sobre todo, su fragilidad. Atrás tiembla más de lo debido, como le sucedió a Odriozola en uno de los tantos del Eibar, lento para atacar el balón y lesionado después, porque todas las desventuras llegan juntos. Sufrió mucho el joven lateral, titular porque Carvajal no estaba aún a punto. Sufrió porque Cucurella decidió que el encuentro era un buen momento para darse a conocer al mundo y convirtió la banda derecha en un boquete para el Madrid. Por allí atacó y atacó un entusiasmado Eibar y por ahí llegaron los tres tantos sin que nadie pusiese solución. Bale se desentendió de ayudar al igual que se desentendió del partido y a Odriozola el duelo le superior. No podía contar con la ayuda de Casemiro, porque está lesionado y su lugar lo ocupó Ceballos, quien bastante tuvo con intentar tener la pelota algún rato, una hazaña imposible para los blancos.

Se sabía que iba a ser un partido aguerrido, con el rival presionando, como ha sucedido siempre que el Madrid juega en ese campo, pero no se esperaban los blancos que esa presión durase todo el encuentro, que fuese imposible darse media vuelta o encontrar un compañero, que el Madrid se pasase todo el choque dudando entre jugar en corto o en largo en busca de la cabeza de Bale y que de ninguna de las dos maneras encontrase la manera de avanzar. Si lo logró al principio del encuentro, cuando Benzema estuvo más afinado. Después estuvo en fuera de juego la mayoría de las jugadas.

Ni Modric ni Kroos tuvieron peso alguno en el encuentro, sin contacto con el balón. Tampoco Asensio, que acabó sustituido por Isco cuando ya todo era imposible y tampoco existía una clara voluntad de intentarlo. El partido fue de Cucurella y de Orellana, de Ramis o Escalante, de todo el Eibar y de su público. Todos vieron que era el día adecuado para comerse a un Madrid al que nada sujetaba. No encontró Solari nada a lo que agarrarse ni con lo que reaccionara para cambiar el rumbo del choque. Miraba serio desde el banquillo. Desde que llegó pidió alegría y optimismo. En Eibar se chocó con la realidad y el equipo se hizo invisible. No hubo nada. Ahora toca a Solari encontrar.