LaLiga Santander

El mejor regalo es el Barça

El líder empieza el año como acabó el anterior: con una exhibición. El Espanyol no compareció

Jugadores del Barcelona celebran un gol ante el Espanyol
Jugadores del Barcelona celebran un gol ante el Espanyollarazon

Muñecas, consolas, películas y Legos inundaron ayer los salones de toda España. Los niños, sonrisa en boca, disfrutaron un año más de la visita de los Reyes Magos. Pero en el fútbol, los Reyes no son ni Melchor, ni Gaspar, ni Baltasar. Los verdaderos Reyes son el Barça. El Barça al que nunca se le agota el hambre por ganar. El Barça que sigue haciendo disfrutar a cualquier aficionado. El Barça que practica un fútbol de baba. El Barça es, en realidad, el mejor regalo de todos. Y fue el Barça, precisamente, el encargado de llenar el salón del Espanyol de carbón, porque no mereció más que eso el conjunto de Javier Aguirre en su visita al Camp Nou. No hubo derbi. Ni partido. Sólo hubo monólogo azulgrana traducido en goles. Cuatro antes de la media hora. Y cuatro toneladas de carbón para un Espanyol apático.

Había dudas sobre el rendimiento del Barcelona tras el parón navideño. Había llegado el conjunto de Vilanova embalado al final de año y las vacaciones podían suponer un freno en su camino. Había que recuperar el ritmo, más aún cuando el técnico azulgrana es el que más días de fiesta concedió a sus jugadores. Pero este Bar-ça no se cansa nunca de ganar. No se cansa nunca de jugar bien. Y rubricó el derbi barcelonés con un espectáculo magnífico, no sólo de fútbol, sino de ganas, intensidad y profesionalidad. Cosa que no se adivinó en el rival.

Salió tan enchufado el Barcelona que el Espanyol ni siquiera pudo recurrir a dar patadas. Sus jugadores siempre llegaban tarde, cuando la pelota había cogido el avión rumbo a su destino. La velocidad en la circulación desarbolaba a la defensa blanquiazul con facilidad. Diez jugadores del Espanyol corrían detrás del balón como pollos sin cabeza, mientras Sergio García se lo miraba desde el círculo central, esperando un milagro. Un milagro que no supo obrar el del Bon Pastor, ya que tuvo en sus botas cambiar el rumbo del partido tras un malentendido entre Busquets y Puyol. Con 2-0 en el marcador, Sergio se quedó solo ante Valdés con el balón botando dentro del área, pero se atracó y su disparo acabó en el ático del Princesa Sofía. Fue lo único rescatable de un Espanyol hundido y sin actitud.

Los jugadores del Barcelona luchaban por cada balón como si fuera el último. Tras cada pérdida, presionaban la salida del Espanyol bloqueando por completo su juego. Y tras cada recuperación, empezaba la circulación de la pelota a máxima velocidad. Comenzó a decantar el partido el conjunto azulgrana con una bonita combinación entre Messi e Iniesta, que culminó Xavi ante un impotente Kiko Casilla. Cesc continuó con el recital, con una jugada en la línea de fondo más propia de Iniesta o Messi. Su pase atrás lo remató el argentino, rebotó en Pedro y acabó en gol. Era lo último que le faltaba al equipo de Vilanova: que Pedro empezara a ver puerta. Estaba teniendo una temporada complicada el canario en ese sentido, pero ayer ahuyentó a todos los fantasmas. Marcó dos goles, el segundo tras un pase en profundidad de museo de Busquets. Pero es que el juez de línea le privó de dos más en la segunda mitad señalando sendos fueras de juego milimétricos.

Pero si hay alguien que nunca falta a su cita con el gol es Leo Messi. Después de marcar 91 en 2012, su cuenta se puso a cero y ayer empezó a sumar de nuevo. Ahora la que peligra es su propia marca, porque todos los demás han quedado atrás.

Gil Manzano decretó penalti en una acción entre Cesc y Casilla de lo más dudosa y la «Pulga» no falló. El cuarto gol no frenó el ímpetu azulgrana, que continuó presionando como en el primer minuto, pero no logró volver a batir a Casilla. Aguirre consiguió meter una marcha y media más a sus jugadores en el descanso, cosa que tampoco era demasiado difícil, y el Espanyol empezó más agresivo en la segunda parte. Quizás demasiado. Sobre todo el siempre sobreexcitado Baena, que se cree que los del Barça son muñecos de goma. O no, lo que sería peor. La fiesta azulgrana la culminó Valdés en la única acción en la que se le exigió, sacando un mano a mano a Albín marca de la casa. El derbi sólo fue azulgrana. No lo discutirá ni Baena.