Adiós al «Sabio de Hortaleza»

De jugador a entrenador

La Razón
La RazónLa Razón

He perdido a un gran amigo, y ése es el dolor que me queda. Lo demás son recuerdos, buenos recuerdos la mayoría porque coincidimos en el Atlético durante catorce años. Luis hacía gala de una personalidad arrolladora y dejó huella en el Atlético, en los equipos que entrenó y en la Selección. Su tránsito de jugador a seleccionador fue curioso y extraordinario. Un día terminamos de entrenar juntos y al siguiente apareció vestido con chándal y un silbato en la mano. Seguíamos siendo compañeros y amigos; pero en su nuevo papel descubrimos su madera de entrenador. Dejó de hablarnos de tú y se dirigía a nosotros de usted. Pese al intercambio de roles, nuestra amistad nunca se resintió.

Rasgos que destacaría de él, su personalidad y su carácter. Y, en cualquier caso, su simpatía. Sabía hacerse querer, era un tipo simpático y ocurrente. Como entrenador bien pronto demostró su categoría cuando ganamos la Copa Intercontinental al Independiente. También de él nos quedan sus éxitos, y un hueco irrellenable. Descanse en paz.