Real Madrid Baloncesto
Hasta Manchester, todo es toro
Cristiano Ronaldo siempre está para mantener al Madrid en pie y en la Liga de Campeones, ante el Manchester United, con más argumentos y más insistencia.
Con más voluntad que acierto, con más ansiedad que temple, con más corazón que cabeza, al Madrid le faltó fútbol para imponerse al United, equipo pillo y rocoso, lejos de la quintaesencia, pero efectivo. El primer gol lo marcó Welbeck, por un córner; el empate que prolonga la ilusión del madridismo, Cristiano, poderoso y abrumador en el salto de cabeza. Y no hubo más. Old Trafford determinará cuál de los dos pasa a cuartos. A «Mou» se le complica la «Champions» casi tanto como la Copa.
Mourinho no esconde nada, alinea a los mejores, no le ahorra sufrimientos a Xabi Alonso, imprescindible. «Xabi, tienes que jugar». Y juega. La salvación de la temporada pasa por encima del United. Pero lo mejores responden a medias. No pueden. Y no es cuestión de buena o mala suerte, ni siquiera del árbitro.
Ferguson no ignora las urgencias del Madrid, su necesidad de meter la «Décima» en la sala de trofeos. Y como lo sabe, espera el fallo del amigo portugués, o el del portero de urgencia. Por eso no ha dudado en colocar una línea de cuatro donde el campo se divide para cerrar la salida de los defensas, donde aparece Varane, no Pepe. Con Rooney, Kagawa, Welbeck y Van Persie pretende alambrar esa zona del campo y saltarla en cualquier descuido.
La estrategia es tan obvia que la primera tarjeta del partido es para Van Persie, que unos metros dentro del campo del Madrid suelta el codo contra la cara de Ramos. No hay dolor, sólo prisas, urgencias por meter el primer gol; corre Cristiano por la banda izquierda, tira Khedira fuera, y Di María, alto; Coentrao estrella la pelota contra el palo, que la escupe cuando se percibía dentro. Ronaldo ensaya el tiro lejano y flojo, el United no se descompone, aguanta las embestidas y cada vez que un jugador madridista se dispone a disparar, otro de los suyos, a rastras, siega la hierba y llega a tiempo para despejar. Es la jugada que más veces se repite.
Pero el Manchester espera. Se defiende sin prisas, con disciplina; sus defensas, sus centrocampistas, sus delanteros, se juegan el tipo para rechazar cualquier tiro antes siquiera de lo huela De Gea. El contraataque llegará. Y llega. Saque de esquina en la portería de Diego López. Balón parado, una suerte que trae de cabeza al Madrid. Welbeck se eleva por encima de Ramos, Varane ya no está y cabecea lejos del alcance de López. En el Bernabéu sólo se oyen los persistentes gritos de ánimo de los ingleses.
Mourinho sale del banquillo, pide intensidad a sus jugadores, y calma para empezar de cero, o de menos uno. Sólo diez minutos después, el Ave Fénix despliega sus alas sobre la barriada de Chamartín. Desde la izquierda centra al área Di María, la defensa inglesa parece distraída, no marca encima a Cristiano, que se eleva majestuoso. Inalcanzable, hasta rozar el cielo, y, como aquella vez en Mestalla en aquella final de Copa que ganó al Barcelona, conectó un cabezazo soberbio que De Gea acompañó con la mirada y una estirada de aliño.
Con 1-1 el Manchester no se altera, defensa cerrada, la caña con los cuatro de arriba y encomendarse al córner, su acción más repetida. De Gea interviene más de lo que quisiera y de lo «previsto». Prueban Özil, Benzema y Cristiano. No hay manera. Y el equipo no ataca en bloque, con la famosa estampida, porque la amenaza de los «cuatro» es latente. Necesita más cohesión el Madrid, ensayar algo diferente al desborde por la banda de Rafael, que ya tiene una tarjeta. No puede con el esquema defensivo de Ferguson, una maraña que repele balones sin pretender dirigirlos; sólo se libra de ellos. Y el Madrid, ensamblado por Alonso, que se multiplica en la tarea de robar y distribuir. Y vuelta a empezar, pero el gol no llega.
Ya en el segundo tiempo calientan Modric, Pepe e Higuaín. Cristiano lucha solo contra los elementos; no hay apoyos, ni espacios, el Madrid está partido y el Manchester, a gustito. Lo percibe el Bernabéu, que vuelve a entonar gritos de ánimo. Si apareciera Benzema... Como no puede ni con sus pares ni con sus impares, Higuaín le sustituye. También necesita el Madrid que Di María canalice su esfuerzo y concluya en algo más que en el chut desesperado o en la pérdida del balón. Es preciso que Özil «vuelva», que intervenga más... Sin embargo, el peligro viste de rojo; de nuevo Van Persie pone a prueba a Diego, que despeja al palo y a continuación es Xabi Alonso quien saca el balón sobre la raya. Ya está en el campo Giggs; también entran Valencia, por Welbeck, Modric, por Di María y Pepe por Xabi, agotado. La suerte en Madrid está echada. Quedan 90 minutos de esperanza en Old Trafford.
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