Real Madrid
La derrota como impulso
Seis victorias encadenó Zidane tras su primer tropiezo y después del segundo arrancó una racha histórica de 40 partidos sin perder
Seis victorias encadenó Zidane tras su primer tropiezo y después del segundo arrancó una racha histórica de 40 partidos sin perder
Zidane ha perdido tan pocos partidos como veces la sonrisa desde que llegó al Madrid. El francés le puso color a una etapa gris y activó a una plantilla que se ha transformado y reforzado en torno al carisma de su técnico. Un 5,2 es el porcentaje de derrotas con él al mando, tres en 57 partidos, de los que más del 73 por ciento han sido victorias. Números alucinantes para un novato que admite que lo pasó peor con los nervios de su presentación que antes de cada día clave. Un mes y medio tardó en llegar su primer tropiezo, en el día que más serio ha aparecido ante los medios. «Es un golpe duro perder en casa contra el Atlético», admitió Zidane aquella noche, que lejos de ser el adiós de su efecto positivo en el banquillo fue el primer impulso del que habló el presidente cuando decidió relevar a Rafa Benítez.
Desde aquel 0-1 en el derbi madrileño pasaron dos meses y seis victorias consecutivas antes de la caída en Wolfsburgo. Naufragio en Alemania que se convirtió en remontada con triplete de Cristiano en el encuentro de vuelta para continuar un camino con destino a la undécima Copa de Europa. Lo que vino después es de sobra conocido: 40 partidos sin perder, la mejor marca en el fútbol español y la sensación de que la racha se acaba en el mejor momento del equipo en mucho tiempo. «Algún día va a llegar», había avisado el técnico. «No cambia nada, como tampoco lo hubiera hecho en caso de ganar», reflexionaba Zizou en la sala de prensa del Pizjuán, otra vez sin perder la sonrisa.
«Ahora es difícil porque el vestuario está dolido, pero tenemos que seguir con lo que estábamos haciendo», recordó Zidane. Terminaban más de nueve meses sin caer, en los que él ha ido mostrando distintos registros como técnico. Aprovechó la herencia de su antecesor para seguir perfilando la solidez atrás del equipo, le dio un impulso en lo físico y poco a poco fue introduciendo su sello. No le tiembla la mano para cambiar el sistema antes y durante los partidos. Sorprendió la alineación alternativa con la que goleó al Sevilla en Copa y el domingo probó con un esquema de tres centrales que estaba dando resultado antes de los últimos diez minutos.
Pudo haber sido el choque número 41 sin perder, pero en la fase en la que el Real Madrid había sacado ventaja otros días, la perdió. Un desenlace que no cambiaba el análisis del cuerpo técnico madridista, convencido de que otras noches habían sacado más botín con muchos menos méritos.
La Liga se aprieta, el Celta espera en Copa y el Nápoles, en la Liga de Campeones, pero Zidane sigue con su particular partido a partido, que traducido a su discurso es «seguir haciendo lo nuestro porque no hemos ganado nada». Sabe de la volatilidad del puesto en el que se encuentra y que lo único importante es la siguiente victoria. Ahora, pone el marcador a cero tras su tercer tropiezo. Los otros dos le sirvieron para lanzar a los suyos un poco más allá.
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