Atlético de Madrid
«Ni chicha ni limoná»
No se me ocurre otra manera más castiza de comenzar describiendo el gris estreno de un Atlético sobre el que hemos quedado casi todos que debe reinventarse y añadirle a su estilo rocoso algo más de buen fútbol para paladares más exigentes. Fue un equipo el del Cholo sin definir, a medio camino entre el mantenimiento de esas virtudes defensivas y de estrategia que le han llevado otra vez a donde merece estar por historia, y la búsqueda del «Santo Grial» de darle más calidad a su juego. Tremenda duda «hamletiana» a resolver... jornada a jornada.
Sólo Griezmann
A ver: el Atlético sacó sus primeros tres puntos adelante y convengamos que por ahí la vida sigue igual, pragmatismo puro y duro y tiempo ganado para ir mejorando. Sobra decir que ganó gracias a su estrella, que no es otra que Griezmann, el francés que está a un paso de convertirse en un superjugador de élite mundial. Provocó la falta, la tiró, anotó, aunque fuese con ayuda del rechace en la barrera y, además, fue, curiosamente, uno de los más aplicados en eso de la intensidad y la presión alta en el repliegue defensivo. Griezmann y una mano salvadora de Oblak, bestial, abajo, fueron lo mejor. Aquí hay porterazo pero...
Jackson: cuerpo extraño
Algunas sombras, la primera, Jackson, el ariete colombiano que estuvo voluntarioso, faltaría más, pero sin chispa, recibiendo casi siempre de espaldas y muy perdido, un cuerpo extraño todavía. Su presencia provoca que el Atlético se maneje en esa indefinición de la que barrunto vamos a hablar mucho: o juego directo a la olla o más toque, lustre y brillo. Simeone le cambió por Torres, pero más significativo fue el cambio final de Raúl García por Griezmann para que los tres puntos no fuesen... de sutura. Estamos en las primeras clases del curso y, por lo visto, los «profes» (Simeone y Ortega) tienen tarea.
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