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Nadal VIII, emperador del Godó

El mallorquín no dio opción a Nicolás Almagro y sumó su octavo cetro en Barcelona. Cuatro títulos en lo que va de año: la lesión ya es historia

El tenista español Rafael Nadal celebra su victoria en el Trofeo Godó
El tenista español Rafael Nadal celebra su victoria en el Trofeo Godólarazon

Aunque es de Manacor, en su pasaporte bien podría poner que reside en el Real Club de Tenis Barcelona. Hay pocos lugares en los que le haga más ilusión ganar. Con los brazos en alto y una tímida sonrisa, Rafa Nadal celebraba ayer su octavo triunfo en el Godó. Con toda la calma del mundo, como quien pasea por el parque o charla amistosamente en un bar con un amigo, Rafa asumía un triunfo histórico con su sagacidad habitual. Porque la victoria ante Almagro (6-4, 6-3) sigue ampliando su leyenda en el torneo barcelonés.

Es una bendición volver a ver disfrutar a Nadal sobre una pista de tenis. Aunque aún le queda un buen trecho del camino por recorrer hasta recuperar su mejor juego, la versión actual del mallorquín le alcanza para casi cualquier envite. Olvidada la derrota en Montecarlo ante Djokovic, Nadal ha llegado a Barcelona, ha arrasado a casi todos sus rivales y ha sumado un nuevo título. Más o menos como hacía cuando era el número uno del mundo. El de Manacor va por el buen camino para recuperar ese trono. Suma ya seis finales consecutivas, en las que ha logrado cuatro títulos –Sao Paulo, Acapulco, Indian Wells y Barcelona– y escala al segundo puesto del ranking anual. «Siento que puedo jugar mejor, pero los resultados dicen que soy el número dos del año, lo que quiere decir que son fantásticas noticias para mí», subrayaba exultante tras su victoria.

La final no se libró de la incertidumbre que ha rodeado toda la semana al Godó. La lluvia apenas ha dado tregua, pero al final no ha podido ante el peso histórico del torneo. Las nubes no han abandonado el cielo de Barcelona en los últimos días y ayer no fue ninguna excepción. Calentaban Nadal y Almagro pendientes de lo que pudiera pasar. Nada más comenzar la final, cuando Almagro había roto dos veces ya a su rival y dominaba por 3-0, los paraguas se abrieron en las gradas. El árbitro descartó la suspensión, confiando en que la metereología daría una tregua, y así fue, ya que mientras desaparecía el agua despertaba un ciclón llamado Nadal.

No ha perdido aún el mallorquín ante Almagro tras diez enfrentamientos, y ni siquiera ese comienzo fulgurante hizo tiritar la estadística. Nadal empezó a jugar más profundo, con más agresividad, y el murciano ya no pudo hacer puntos con tanta facilidad como al principio. «Estos partidos son los que te hacen crecer», confesaba Nico, sin perder la sonrisa, después de volver a caer ante su compatriota. Y es que la leyenda de Rafa en el Godó se agranda cada día. Suma ya 39 partidos seguidos con victoria, en los que apenas ha cedido dos sets, el último, en 2008 ante Ferrer. Pocas cosas explican mejor su insultante superioridad. Si Rafa aún no ha vuelto, está a punto.

Artur Mas, silbado en la central

No esconde la mayoría del público de la pista central del Real Club de Tenis Barcelona que no comparte los devaneos independentistas del presidente de la Generalitat. Después del triunfo de Rafa Nadal, la megafonía anunció todas las personalidades que estarían presentes en la entrega de trofeos. Hubo indiferencia para todos menos para Artur Mas, al que una parte del público le dedicó unos cuantos silbidos. Con varias banderas de España en las gradas, Mas no estaba en el mejor escenario para sus reivindicaciones, algo que ya ha aprendido en los últimos años, en los que se ha repetido la rutina de los silbidos.