Pinto
Un campeón de ley
El Atlético lo logró, rompió el duopolio de la Liga, pudo con el Real Madrid, el primero en descolgarse de la lucha, y ayer doblegó al Barcelona en su campo para confirmar que no es un campeón por casualidad. Lo es con todas las letras, con mayúsculas, con merecimiento, porque ha sido el más regular en el campeonato y porque ha podido con los «grandes»: no ha perdido ninguno de los cuatro duelos directos con ellos. 18 años, 218 jugadores y 17 entrenadores después, el Atlético gana la Liga. Desde 2004 no lo hacía nadie que no fueran los dos gigantes del fútbol español.
El partido a partido de Simeone y el agotamiento de las últimas semanas llevó el campeonato a una «final» en la que a los rojiblancos les valían dos resultados y al Barcelona, sólo la victoria. Pero los catalanes estaban ante su público, revividos tras verse perdidos hace sólo dos semanas, por lo que las fuerzas se equilibraron. El «último» choque de la competición estuvo a la altura de un año que ha sido apasionante. Faltaron ocasiones y tampoco se vio un fútbol exquisito, pero sí una jornada tensa y vibrante, con emoción hasta el instante último. Pocos creían que el Atlético llegaría tan lejos. «Caerá antes de Navidad, o en enero», decían. Y allí siguió, detrás del Barça, que comenzó el año con buenos resultados. También resistió cuando llegaron las eliminatorias de la «Champions» y tuvo que compaginar ambas competiciones. Lo suyo tenía poco de casual y el último triunfo de ayer, el empate en el Camp Nou, lo demuestra.
Menos la vuelta de cuartos de la Liga de Campeones, los duelos entre Barça y Atlético, dos conjuntos antagónicos, se han movido en la igualdad, en el equilibrio de fuerzas, cada uno jugando a lo suyo. Los detalles marcan estos choques, y un detalle fue el golazo de Alexis. El chileno, que ha sido el azulgrana más regular del año pese a que no siempre ha sido titular en los duelos estelares, remató por la escuadra un balón que sólo podía entrar por ahí, casi sin ángulo, después de que Messi le hiciera una dejada con el pecho. El Barcelona ya tenía lo que tanto pedía en el pasado: ponerse por delante para poder manejar el partido con el marcador. Pero este Atlético no se rinde tan fácilmente. Salió bien al duelo, asfixiando a su rival, y perdió pronto a dos de sus jugadores más determinantes. Diego Costa, que llegaba justo, se rompió en una carrera y después rompió a llorar en el banquillo. Arda se hizo daño en la cadera tras una entrada de Cesc. Aunque sin ellos ya ganaron al Barça en Europa, los rojiblancos notaron el golpe y tuvieron unos momentos complicados en los que llegó el tanto de Alexis.
El encuentro fue racheado: dominaba la presión del Atlético, que encerraba al rival; después el Barça salía y llegaba al área otro rato, para acabar metiéndose atrás otra vez, y así durante los 90 minutos. Tras recibir el tanto volvió a la carga el Atlético al final del primer tiempo y, sobre todo, a la vuelta del segundo, que comenzó con un disparo al palo de Villa. Es bravo el equipo del Cholo, que ha heredado el carácter de su técnico. No dejaba jugar al Barça por abajo y le ganaba todos los balones por alto. Y por alto le «mató», en un córner, especialidad de los visitantes y debilidad de los locales. Un reflejo de lo que ha sido el curso. Sacó Gabi desde la esquina y voló Godín por encima de todos para rematar con violencia con la cabeza y volver a poner la copa en manos del Atlético. El curso ha sido largo y los futbolistas están agotados (Busquets también se fue lesionado), pero ayer no era un día para pensar en eso y los jugadores se dejaron hasta la última gota de sudor. No le faltó actitud al Barça, pero es que el equipo no da para más en este fin de ciclo a la espera de la reestructuración. Nunca le faltan al Atlético las ganas, sufridor los instantes finales, para que el triunfo supiera mejor. Resistió metido atrás el equipo de Simeone y asustó con alguna contra. Lo despejaron todo los guerreros del Cholo, Courtois hizo la única parada del partido y Messi no podía. Ni su reciente revisión de contrato le sirvió para mostrar su mejor versión. No ha podido en todo el año con el campeón de Liga, ni él ni su equipo. Salió Neymar de refuerzo, y tampoco. Las paredes tenían que ser milimétricas y siempre había un jugador rojiblanco cerca para recuperar la pelota. Le negó el Atlético el área al Barça, que se puso a colgar balones ya con Piqué de delantero centro y Pinto rematando el último córner. Aguantó el conjunto madrileño, que fue merecedor del resultado al aprovechar sus momentos buenos y lograr imponer su estilo para secar el toque del rival.
Pero más merecedor incluso que el empate de ayer es el premio que conlleva: la décima Liga de su historia, conseguida en inferioridad, con menos presupuesto que los monstruos a los que se enfrentaba, «partido a partido», con una fe infinita, un gran espíritu de equipo y sacrificio y un líder en el banquillo. Un éxito extraordinario, aunque su trabajo aún no ha terminado. El partido de ayer fue el punto final para el Barcelona y el punto y seguido para el Atlético.
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