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¿Y si no hay Mundial en Qatar?
«Podemos volver a mirar esos dos Mundiales. Si yo fuera el organizador de Qatar 2022, no dormiría tranquilo», decía, ayer Greg Dyke, presidente de la Federación inglesa, enfrentada radicalmente a la FIFA desde que les negó la organización del Mundial en 2018. Esta edición se celebrará en la Rusia de Putin, uno de los mayores apoyos de Blatter. Su última «ayuda», que Gazprom anunciara un contrato de patrocinio de cuatro años cuando la mayoría de empresas «partners» de la FIFA se planteaban romper sus acuerdos. Es difícil que la Copa del Mundo de 2018 se mueva de Rusia, pero no parece tan improbable que la siguiente, en el desierto e invierno qatarís, sufra modificaciones. Los 1.200 muertos que ha costado hasta ahora la construcción de los estadios y de algunas ciudades sede, que todavía no existen más que en los planos, pueden empezar a pesar, lo mismo que la negativa de las grandes ligas a romper su calendario para disputar el torneo durante el mes de diciembre. Ningún inconveniente minaba la voluntad de Blatter de que el fútbol llegase a Qatar en 2022, pero todo puede cambiar ahora y dependerá de la línea de sucesión que siga el congreso extraordinario que se celebrará entre diciembre de 2015 y marzo de 2016. De él saldrá el nombre del nuevo inquilino de un sillón al que optarán, entre otros, Platini, Figo, Ginola y Alí Bin Al Hussein. El presidente de la UEFA sería la opción más continuista, por mucho que últimamente haya mostrado su disconformidad con las formas de actuar de Blatter. El príncipe jordano Al Hussein, derrotado el pasado viernes en la primera votación con el apoyo de Platini, sería algo así como una vía intermedia.
Como opciones de cambio más radical surge el nombre de dos ex futbolistas jóvenes: David Ginola y Luis Figo. El galo, de 47 años, se apartó de la carrera presidencial al no cumplir el requisito de tener el respaldo de, al menos, cinco federaciones, y cerró la página de «crowdfunding» en la que recibía donaciones. Ya ha anunciado que volverá a intentarlo en los próximos meses.
El portugués presentó su proyecto en Wembley convencido de que era «necesaria una nueva era» por la «degradación a la que el fútbol estaba siendo sometido y por la falta de transparencia reinante». Precisamente por la ausencia de juego limpio en el proceso electoral, retiró su candidatura hace diez días. Dijo que ayer era un buen día para el fútbol y abogó por el consenso sin confirmar si se presentará a esta nueva elección. «Estoy disponible para mejorar la situación».
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