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César Molinas: «Macron tiene audacia y eso en Alemania se admira»

Coautor del ensayo «La crisis existencial de Europa», cree que el Brexit y el nuevo líder francés contribuirán a profundizar en la integración europea.

César Molinas: «Macron tiene audacia y eso en Alemania se admira»
César Molinas: «Macron tiene audacia y eso en Alemania se admira»larazon

Coautor del ensayo «La crisis existencial de Europa», cree que el Brexit y el nuevo líder francés contribuirán a profundizar en la integración europea.

Para César Molinas, autor junto al también economista Fernando Ramírez Mazarredo del ensayo «La crisis existencial de Europa» (Deusto), la llegada de Emmanuel Macron al Elíseo supone una oportunidad para relanzar el proyecto europeo tras una década de parálisis. Un salto adelante como los que lideraron Mitterrand o Delors.

–Ustedes hablan en su libro de una Europa que se enfrenta a una crisis existencial. ¿Qué diferencia esta crisis de otras precedentes?

–La intensidad en que ha llegado a la mayor parte de la población. La crisis financiera de 2008 acelera la percepción de un cambio muy rápido tanto en lo económico (la digitalización) como en lo social (la dificultad de encontrar un empleo estable bien pagado). Cunde una sensación de pesimismo. Surgen las dudas sobre el pacto social que nos había asegurado el pleno empleo y el Estado del Bienestar y empieza una búsqueda de culpables. Aparecen entonces los movimientos populistas que señalan a Europa porque permite la inmigración y la importación indiscriminada de productos chinos.

–¿Trump y el Brexit están empujando el proyecto europeo?

–El que estimula el proyecto europeo es Macron. Trump ha dejado un hueco de liderazgo global que en determinados aspectos puede tratar de paliar la UE. El Brexit es la respuesta de un Estado miembro a la crisis. Una reacción no muy distinta a Cataluña, donde los independentistas creen que lo que les ocurre solo les ocurre a ellos.

–El nacionalismo catalán era tradicionalmente europeísta y actualmente roza el euroescepticismo...

–Ahora nos extrañamos de que Polonia o Hungría no quieran ceder soberanía. Tras décadas de dominio soviético, quieren construir su soberanía nacional y entran en una organización que les exige cesiones. Cataluña, si se independizara de España, no empezaría a ceder soberanía, sino a construirla.

–¿Cómo ve el caótico proceso de salida de Reino Unido de la UE?

–El pueblo británico nunca ha estado cómodo cediendo soberanía. Están en el mercado único, pero no en el resto de acuerdos intergubernamentales. Es muy sentido el hecho de que la última palabra no la tiene la Cámara de los Lores, sino el Tribunal de Estrasburgo. Posiblemente, la posibilidad de que haya un Brexit sin acuerdo ha bajado de un 80% a un 60% porque es muy difícil cumplir la promesa de May de que no habrá una frontera dura entre Irlanda y el Ulster. Para hacerlo, debe aceptar casi todas las normas del mercado único y a esto se opone parte de su partido. El hecho de que Reino Unido abandone la Unión no es del todo malo. La integración europea será más política en materias que requieren unanimidad como defensa y seguridad.

–La salida de Reino Unido modificará el equilibrio en la UE. ¿Serán inevitables varias velocidades?

–Debemos pensar en una Europa de tres velocidades. La primera es la Eurozona, que debe marcar el paso. Un segundo círculo lo integran los países de la UE que no pertenecen al euro. Un tercero muy importante lo componen países que no forman parte de la UE pero que son vitales (Reino Unido, Turquía, Ucrania y Rusia). En el libro rompemos varias lanzas a favor de tratar a Rusia no como un enemigo, sino como un socio preferencial.

–Pero la Rusia actual promueve los movimientos antieuropeos...

–Sí, pero hay que mirar más lejos. Rusia es un país con una potencia militar grande, política pequeña y económica baja. Juega con la amenaza de suministrar la mitad del gas a Europa y puede cortarlo, pero entonces no cobra.

–¿Qué futuro tiene el Estado del Bienestar europeo?

–No desaparecerá, sino que se va a fortalecer de otra manera. Tenemos unos sistemas de pensiones en crisis por motivos demográficos. La edad de jubilación la puso Bismarck a los 65 años porque solo llegaba el 10%, ahora llega más del 90%. Hay que abordar el desequilibrio demográfico trabajando más años, cobrando menos pensión o una combinación de ambas cosas. Políticamente, es imposible reducir el Estado del Bienestar.

–¿Qué espera de Macron, un «outsider» de la política que ganó con una programa europeísta?

–Vio la oportunidad de realizar un movimiento audaz, se arriesgó y ganó por goleada. Siempre que ha habido una integración europea importante ha sido con un proyecto francés. Alemania es la potencia económica. No se puede hacer nada contra Alemania, pero nunca ha tenido un presidente de la Comisión o un comisario de peso. Macron posee el sentido de la audacia y eso se admira en Alemania.

–¿Por qué España parece estar desaparecida en Europa?

–La última persona que tuvo una política europea clara, consistente y de Estado fue José María Aznar. Ahora no sabemos para qué sirve. El español de más relevancia es el comisario Cañete, que no ocupa una cartera de primera fila.