Distribución

Cómo mantener la competitividad

Crea una estrategia basada en tus activos tangibles, recursos intangibles y la búsqueda de información sobre tu nicho de mercado

Asistentes a un taller de emprendedores
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La competencia en el mundo empresarial es cada día más fuerte y donde solo los más astutos consiguen mantener el liderazgo dentro del mercado. Para conseguir tener éxito como startup es necesario mantenernos en todo momento competitivos y estar en constante evolución para no perder el interés de los consumidores. ¿Cuáles son los factores que afectan?

Un equipo polivalente

Las personas son, sin duda, el activo más importante dentro de una empresa. Es la fuente de las ideas, de la innovación, de las competencias... En el mundo laboral, pero especialmente en las startups, se requieren de personas muy polivalentes, expertas en un ámbito pero conocedoras de otros. Cuanto más multidisciplinario sea un grupo, más ricas en ideas será, con una visión mucho más global y creativa. Es primordial aprovechar el conocimiento de nuestra plantilla para mejorar la estrategia. La jerarquización, sobre todo en los inicios, es cada vez menos eficaz mientras que se le da importancia a fomentar un ambiente proactivo, todos participan y se sienten parte activa de la empresa. Esto crea motivación, compromiso, experiencia y formación constante de los trabajadores que supondrá el desarrollo propio de la actividad y la mejora de la eficacia del empleado y del producto.

Conocimiento de los agentes externos

Los agentes externos son igual de importantes que los internos. Con ellos nos referimos tanto a clientes como proveedores, partners... En cuanto a los clientes se refiere, es imprescindible un estudio en profundidad: la tipología, el tamaño, la nacionalidad, sexo... Cada vez se valora más que los clientes participen en las redes sociales de la compañía, en los blog, generando comentarios, etc. Esto ayuda a mejorar los productos en base a las opiniones de los consumidores y a generar reconocimiento, lo que nos proporcionará prestigio, notoriedad y buena imagen.Tres parámetros vitales y competitivos.

Nuestra cartera de proveedores tiene que estar bien controlada y comparada, ya que de una forma u otra influye mucho en nuestro producto final. Hay que controlar que la estrategia no se resienta porque dispongamos de malos proveedores.

Siempre informado

Para que una organización mejore su competencia, debe estar informado no sólo de lo que ocurre dentro de la compañía sino también fuera de ella. Hay que hacer un seguimiento exhaustivo del entorno y hacer un registro de aquello que se considere importante e introducirlo en una base de datos. De esta forma cuando se deba tomar una decisión se podrá consultar y analizar esa información y hacer cambios viables y fundados. Lo perfecto es que esa base de datos pueda ser actualizada por todos los miembros de la empresa, siempre y cuando sólo se incluya aquello que represente una aportación a la organización. La difusión y la comunicación interna jugará un papel esencial para poder asimilar los contenidos y sacarles partido hacia una dirección estratégica con el fin de dar cuerpo al negocio conociendo a la competencia, averiguando nuevas y mejores maneras de producir, además de hallar posibles líneas de negocio y vislumbrar nuevas oportunidades. Y es que otra de las claves de la competitividad es reciclarse y experimentar nuevos horizontes.

Es fundamental estar constantemente actualizado, y más en una era digital en la que los cambios son constantes. En esta línea también se vuelve imprescindible invertir en I+D para no quedar obsoletos.

Crea Networking

Un buen método para tener contacto directo con las empresas de tu mercado y hacer networking son los eventos, ferias, conferencias... Participar en ellos da visibilidad y la oportunidad de conocer a nuestros competidores.

Otra forma de conseguir adeptos, ganar en competitividad y aumentar los clientes, es creando alianzas y estar respaldado por empresas e instituciones.

Diferencia tu producto

Además de todo lo dicho anteriormente, es esencial que en la estrategia competitiva se tenga en cuenta, como es obvio, nuestro producto y cómo lo vamos a diferenciar dentro de un nicho de mercado concreto. Una vez tengamos claro cuál es, tendremos que decidir qué valor añadido aportaremos al consumidor. Las tres estrategias más utilizadas son: por liderazgo de costes, que conseguiremos por una óptima utilización de nuestros recursos o por un bajo coste de creación; por diferenciación, es decir, por el grado de innovación de nuestro producto o servicio, por el que el cliente está dispuesto a pagar más; o por segmentación, se selecciona un perfil muy específico y el producto está a medida para ese colectivo. Las tres opciones pueden complementarse unas con otras.