Relaciones Estados Unidos-China
Estados Unidos continúa con su estrategia de debilitar a China
Más del 44% del petróleo que importa el gigante asiático proviene de Oriente Medio. Irán es un socio fundamental para su comercio por tierra
El conflicto entre Estados Unidos e Irán tiene muchas lecturas escondidas
El conflicto entre Estados Unidos e Irán tiene muchas lecturas escondidas. Una de ellas, la que más está sonando, es la de que, en realidad, Donald Trump busca hacerle daño a su enemigo predilecto, China. Y es que la relación del gigante asiático con Oriente Medio es tan estrecha que la nación liderada por Xi Jinping se llevaría un duro varapalo en materia económica de continuar la tensión en la región.
El catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad CEU San Pablo, José María Beneyto, afirma que «los riesgos de una escalada agudiza el conflicto preexistente a nivel comercial», refiriéndose a la guerra de aranceles que enfrenta a ambas naciones desde marzo del año pasado.
En ese contexto, añade, «a EE UU le interesa debilitar a China en Oriente Medio». ¿Por qué? Pues porque el gigante asiático depende mucho del petróleo de la región. Según The Observatory of Economic Complexity, China importa anualmente 144.000 millones de dólares de crudo, siendo la nación de todo el mundo que más petróleo compra en el extranjero.
Del total, el 13% proviene de Arabia Saudí, el 8,5% de Irak, el 7,7% de Omán, y el 7,5% de Irán. Sólo Angola (con un 14%) y Rusia (con un 12%) se cuelan en la lista de países que más crudo exportan al gigante asiático. Pero si sumamos el petróleo procedente de todos los estados de Oriente Medio, el resultado es que depende en más de 44% del crudo de ese área geográfica.
Así que un probable cierre del Estrecho de Ormuz sería fatídico para el país, que vería sus reservas de petróleo reducidas considerablemente. Por no hablar del incremento del precio que experimentarían los combustibles, lo que conllevaría a un incremento del coste de fabricación de los productos y, en definitiva, una caída de la competitividad de China a nivel internacional.
Ruta de la seda
Además, Irán será un socio fundamental para la expansión de China por el oeste del continente. Su capital, Teherán, se convertirá en uno de los puntos clave del macroproyecto comercial de Xi Jinping, la Nueva Ruta de la Seda. La ciudad iraní será un paso importante de la ruta hacia Europa y, evidentemente, cualquier conflicto complicaría el comercio en la zona.
En ese sentido, si la tensión llega a sus últimas consecuencias el resultado para China sería nefasto. Irán sabe que la mayor amenaza que puede lanzar a Estados Unidos sería el cierre del Estrecho de Ormuz, lo cual afectaría gravemente al proyecto chino. «Dificultaría una de las vías de lo que en China se conoce como “Nueva Ruta de la Seda”, que es el nuevo diseño de las rutas comerciales con Asia Central, Europa y, sobre todo, África», explica el jefe de investigación de la Think Thank Civismo, Javier Santacruz.
Con el conflicto en Oriente Medio, el presidente norteamericano ha vuelto a jugar a estratega. Y ha elevado la presión al gigante asiático a las puertas de la reunión de esta semana del G-20 en Japón. Una convocatoria en la que Trump se encontró con Xi Jinping y que, desde hace varios meses, se esperaba como una oportunidad para avanzar en el fin de la guerra comercial.
Gracias a su jugada en Oriente Medio, el mandatario estadounidense llegaba con ventaja al G-20, demostrando que sabe qué tiene que hacer para que China termine cediendo. De esa manera, conseguiría una victoria de la que alardear durante la campaña a las elecciones presidenciales del país que tendrán lugar en noviembre del año que viene. Los analistas hablan de que disfrutará un segundo mandato, pero el rumbo podría cambiar si se mete en guerra contra Irán. Una disputa bélica que, en palabras del propio Trump, «no duraría mucho».
Irán, un serio competidor
Irán se encuentra en una posición geoestratégica muy interesante, a camino entre Asia y Europa. Y ha usado esa situación para crecer, hasta tal punto que EE UU le ha echado el ojo con recelo. «La cuestión principal es que Irán es un país estructurado, con capacidad de reacción y que se ha convertido en una potencia central en la región», afirma Beneyto. La Casa Blanca ha decidido pararle los pies y «busca contener con sus aliados lo que considera es una política expansionista de Irán y los chiítas», añade Beneyto. A Trump tampoco le hace gracia que Irán pueda permitirse cuestionar el liderazgo militar de EE UU, pues han sido «capaces de tumbar nada menos que un RQ-4A Global Hawk», un dron de alta gama, como explica el corresponsal de este periódico en EE UU, Julio Valdeón.
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