Energía

«Los productores de fotovoltaica queremos la paz, pero no en condiciones humillantes»

La Razón
La RazónLa Razón

«Las energías renovables ya no necesitan primas. Pueden competir con otras fuentes», afirma el presidente de la Asociación Nacional de Productores de Energía Fotovoltaica (Anpier), Miguel Ángel Martínez-Aroca.

El presidente de la Asociación Nacional de Productores de Energía Fotovoltaica (Anpier), Miguel Ángel Martínez-Aroca, defiende con ardor «la sustitución de los kilovatios sucios por los kilovatios limpios». Considera imprescindible la eliminación del impuesto del 7% a la producción de las renovables. Está convencido de que el abaratamiento de la electricidad está a nuestro alcance, sobre todo para la industria a través del autoconsumo, lo que propiciaría un ahorro que «haría a nuestras empresas más competitivas».

– ¿Por qué se sienten tan maltratados por el anterior Ejecutivo de Rajoy?

– Ese Gobierno se empeñó en desarrollar un sistema energético que protegiera los intereses de la generación fósil. Aznar, primero, y Zapatero, después, trataron con distinta intensidad trasponer la Directiva de la UE de 2004 que instaba a todos los miembros a invertir en energías autóctonas. El presidente socialista mejora levemente en 2007 lo que establecía el anterior decreto y establecía una prima de 0,45 euros por cada kilovatio de origen renovable. Al mismo tiempo, lanza una campaña institucional que anima a la inversión privada a apostar por las renovables, sobre todo la fotovoltaica. El objetivo era captar para esta industria el ahorro de la clase media, a la vista de que las grandes empresas no muestran ningún interés y el Estado no puede disponer de recursos. La publicidad tenía eslóganes como «Sé patriota, invierte en el sol, en la energía de tu país». Fue un éxito. Se construyeron casi 3.500 megavatios de fotovoltaica en un año y medio. Más de 60.000 familias colocaron 25.000 millones de euros en esta industria. Se produjo un desbordamiento. Las previsiones fallaron y el propio ZP aplicó los primeros recortes, incluso con carácter retroactivo, mientras que el PP, entonces en la oposición, los criticó y prometió volver a la situación anterior. Sin embargo, cuando llegó a La Moncloa, Soria y Alberto Nadal diseñaron una reforma energética terrible. Derogaron el marco regulatorio normativo bajo el que se invirtieron miles de millones de euros y con una deuda viva a la banca de 18.500 millones de euros y se sacaron de la manga una legislación terrible. Crearon un impuesto del 7% a la generación y cerraron el registro de nuevas instalaciones. Y, además, aprobaron el impuesto del sol y limitaron el autoconsumo. Fue un auténtico exterminio.

– ¿Tienen algún indicio de que se pueda recuperar la interlocución del sector con el Gobierno central?

– Nos gustaría abrir una vía de diálogo con el nuevo ministro. Es difícil porque es hermano del ideólogo de la triste reforma. Nos gustaría firmar la paz, pero no en condiciones humillantes.

– Si les recibe el ministro Nadal, ¿les reprocharían algo o se limitarían a hacer borrón y cuenta nueva?

– La principal reivindicación sería la derogación del impuesto del 7% a la generación. Nos está matando. Otra, que no se revise a la baja la situación en 2020, como prevé la norma. Estamos dispuestos a hacer un sacrificio en términos razonables.

– ¿Cómo debe ser el modelo energético español? ¿Qué cambios habría que introducir de inmediato?

– Sustituir kilovatios sucios por kilovatios limpios de manera paulatina. Hay que hacer valer la máxima de que quien contamina, paga.La transición hacia un modelo de energías verdes la tienen que sufragar los que vician el medio ambiente. Es inaudito que las fósiles tengan más subvenciones que las renovables.

– ¿Cuáles son las barreras para lograr la implantación de un sistema energético en el que primen las renovables?

– La principal, el oligopolio eléctrico. Cuatro grandes compañías agrupadas en torno a Unesa. Son los dueños de las centrales y de los grades saltos de agua. La reforma debería haber abordado los enormes márgenes que obtienen esas compañías, muchas veces de recursos naturales cuyas infraestructuras están más que amortizadas.

– ¿Cómo deben ser, en su opinión, las primas a las renovables?

– Hoy por hoy ya no se necesitan primas para las energías renovables. Podemos ir directamente a competir en mercado con las restantes fuentes de generación energética. Son igual de competitivas e, incluso, me atrevería a decir que ya más baratas. El precio de la fotovoltaica ha descendido desde 2007 en un 80%, gracias a la inversión de 25.000 millones de euros que 62.000 familias hicieron en 2007 y 2008. Hemos hecho un regalo a la sociedad de valor incalculable.

– ¿Se desarrollará el autoconsumo?

– No mientras nuestros gobernantes no expliquen el ahorro, en torno al 50%, que puede suponer sobre todo para las empresas, lo que haría que nuestro tejido productivo fuera mucho más competitivo. El día que un ministro anime a las industrias a que instalen paneles para autoconsumo descenderá el valor de las grandes compañías electricas.

– ¿Por qué es, como mantienen ustedes, disparatado el sistema eléctrico español?

– Habría que modificar, sin duda, el sistema para evitar los grandes beneficios caídos del cielo. La reducción de los costes de la energía eléctrica pasa imperiosamente por apostar por las renovables y cambiar el sistema de venta y de fijación de precios. España no tiene que inventar nada y mirar lo que están haciendo Francia, Italia o Reino Unido.

EL PERFIL

El presidente de Anpier, al que en su Murcia natal le llaman «el guerrero del sol», es un hombre elocuente y combativo. Los argumentos para defender las posiciones de su sector salen de su boca como una ametralladora. Miguel Ángel Martínez- Aroca tiene un discurso que sólo no está bien armado, sino que lo expone con la firmeza y el entusiasmo del que se cree y conoce a fondo lo que está diciendo. Casado y padre de dos hijos, es abogado experto en regulación agraria y energética y ha sido representante de COAG, cámaras y cooperativas agrarias, así como de varias Denominaciones de Origen Protegidas. Unicef a la «Educación en valores».