Editorial
Sánchez tocado, pero dispuesto a la agonía
La lógica política indicaría al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el camino de la disolución de las Cámaras y la convocatoria de nuevos comicios generales, que es, sin duda, la salida más apropiada.
El bloque gubernamental ha sufrido un serio varapalo en las elecciones al Parlamento Europeo cuyas consecuencias irán imponiéndose inexorablemente, aunque sólo sea porque en las democracias serias no es posible gobernar contra la mayoría social. En estos casos, la lógica política indicaría al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el camino de la disolución de las Cámaras y la convocatoria de nuevos comicios generales, que es, sin duda, la salida más apropiada a una situación que, como ha demostrado la elección de la presidencia del Parlament de Cataluña, con acto de desobediencia al Tribunal Constitucional incluido, sólo puede virar hacia la inestabilidad, comprometiendo los intereses de los españoles.
En primer lugar, porque la figura del propio Sánchez ha quedado tocada tras una campaña personalista con aires plebiscitarios y, también, porque los problemas judiciales que cercan, por un lado, a su esposa, Begoña Gómez, y, por otro, al PSOE ni han desaparecido ni es probable que sustancien sin daño. Pero si los resultados, en lo que respecta al sector socialista del Gabinete, admiten interpretaciones voluntaristas e, incluso, el relato de que, en realidad, sería Núñez Feijóo el que habría cosechado otro «fracaso», entre los socios de gobierno de la izquierda neocomunista, que cuentan con cinco ministros en el Consejo, el espectro de la derrota no admite maquillaje alguno y abre un flanco al sanchismo difícil de tapar.
Porque no es suficiente la dimisión al frente de Sumar de Yolanda Díaz, mientras la líder que ha llevado su nadir a lo que representó Podemos –con la ayuda inestimable, dicho sea de paso, del inquilino de La Moncloa– se mantenga como vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo, obstaculizando, desde el poder que concede el Consejo de Ministros, la necesaria renovación de su coalición, ya suficientemente desgarrada por los conflictos internos. Aunque no es algo que haya caracterizado hasta ahora la acción gubernamental, parece lógico que una pérdida tal de autoritas como la sufrida por Yolanda Díaz llevara a su alejamiento del Gabinete.
Con un problema añadido para La Moncloa, que sus socios parlamentarios, a excepción de Bildu, que, al menos, ha conseguido el ansiado «sorpasso» al PNV, se han dejado más de un millón de votos, con ERC y Junts como principales perjudicados una elección más, lo que puede aconsejarles atemperar su entusiasmo por el proyecto sanchista. Sin embargo, y desde la experiencia acumulada con el personaje, todo indica que Sánchez tratará de mantener el Ejecutivo a toda costa, asumiendo el desgaste hasta la agonía, con la esperanza de un golpe de suerte o de un cambio dramático en la situación política general que le favorezca. Será difícil, porque a su alrededor se derrumban los partidos que le apoyan, pero él apenas cosecha esos votos.
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