Campaña electoral

Un debate de dos velocidades

La Razón
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Un debate convertido en noticia, que durante días ha ido generando expectativas en torno a un show mediático más propio del marketing electoral americano que de la escasa tradición política española. El epítome a ese retrato social fue ver a un hombre moderando a cuatro mujeres representantes de dos generaciones, la del activismo frente a lo institucional, la de las sedes frente a las redes. El formato de un debate determina siempre el relato a consolidar. No me gustó que las protagonistas apenas si pudieran detenerse en detallar qué quiere su partido en cada ámbito. Quizá hubo demasiados bloques. Apenas un minuto para colocar el titular que provoque antes que para explicar propuestas que evoquen. Un sistema diseñado para el mensaje que impacte. Carolina Bescansa, desde su verbo tranquilo, no esperó para lanzar los mantras habituales de su partido. «Salimos a ganar y a quitar al PP del gobierno». No fue capaz de aterrizar en ejemplos aquello que dibujaba como soluciones, pero interpretó bien el target sociológico al que quiere captar y seducir. Intercambió pullas tertulianas con sus adversarias, interrupciones incluidas, a la hora de hablar de pensiones. Andrea Levy empezó nerviosa, pero fue creciendo en sus sucesivas intervenciones, aunque abusó de oficialismos dialécticos. Se le notaba incómoda cuando tomaba la palabra y más solvente en la réplica y contra argumentación. Demasiado altiva, demasiado soberbia.

Margarita Robles, la más desconocida de las cuatro, apareció corporativa con los colores de Ferraz. Insistió en el mensaje de «los ciudadanos quieren al PSOE» en un día especialmente difícil tras el sondeo del CIS e intentando levantar el ánimo de una tropa que ya no conecta con su líder. Se notaron los nervios de la falta de experiencia en el medio, pero no tuvo dudas en mostrar su lado más «beligerante» en su careo con Levy donde elevó el tono para dejar en evidencia quien es el adversario de los socialistas. Inés Arrimadas, intervino la última para hacer valer la importancia de un nuevo eje político: el centro. Ayer fue la más convincente. Desde su pausa y control escénico, impuso desde su calculada expresividad y capacidad retórica, Un debate se empieza a ganar imponiendo el discurso a la contraparte, Así lo entendió ella y con una sola frase «nuestra memoria económica está hecha por economistas, no por publicistas», destrozara el catálogo de ocurrencias numéricas de Bescansa. Desde la percepción externa, fue la gran vencedora. Desde las sensaciones internas, dibujó su futuro como candidata a algo más.