En campaña

Contactos entre PSOE y Bildu para blindar su proyecto

Hablan para comprobar que la tensión en País Vasco no afecta a sus acuerdos en Madrid

Spain's Prime minister Pedro Sanchez during a special meeting of the European Council in Brussels, Belgium, 18 April 2024.
Spain's Prime minister Pedro Sanchez during a special meeting of the European Council in Brussels, Belgium, 18 April 2024.OLIVIER HOSLETAgencia EFE

Hora final de la campaña vasca y el empate técnico entre PNV y EH Bildu no termina de romperse según los trackings con los que los partidos afrontan hoy la última jornada electoral. Una clave del resultado que den las urnas el domingo está en esos entre 80.000 y 100.000 votantes de toda la vida del PNV, y que hoy, por distintas razones –la más simple es el desgaste lógico del poder que afecta a todas las formaciones después de muchos años de gobierno– hace que aparezcan en las encuestas como «cabreados» y con la decisión de su voto en duda.

Están además condicionados por la eficaz campaña de la izquierda de movilización en la calle, que han protagonizado sus sindicatos en estos últimos años, y por un sentimiento de enfado con cómo van algunas cosas en el plano de la gestión, como la administración sanitaria o la seguridad ciudadana en algunas capitales como Bilbao.

Los candidatos están dejándose la piel en sacar a la ciudadanía de su letargo, sobre todo el PNV, con constatadas dificultades para movilizar a su votante a pesar de que son los comicios en los que más fuerte aparece la posibilidad de que pueda haber un «sorpasso» de EH Bildu al PNV.

Los principales líderes vuelven hoy al País Vasco sin que los análisis demoscópicos les concedan una relevancia importante en el resultado final de las urnas. Sí ha llamado la atención en estas últimas horas los celos, también en esto, entre ERC y Junts para tener su papel en el final de la campaña del 12M: éste sí absolutamente irrelevante en el voto y con único sentido de postureo ante el rival catalán. Esto explica que le faltase tiempo a Junts, cuando conoció la visita en campaña del presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, para interesarse ante el PNV por si también convenía que apareciese por allí Jordi Turull.

El domingo los resultados se conocerán rápido, a las diez de la noche sabremos cómo se resuelve el empate demoscópico entre PNV y los herederos de Batasuna, y si los peneuvistas mantienen la mayoría absoluta con el PSE. Ésta es la principal clave de las elecciones, en las que hoy el presidente Pedro Sánchez volverá a incurrir en una corrosiva contradicción política y ética al apelar al voto de la izquierda progresista frente a las siglas que todavía no condenan la violencia, mientras que en Madrid estas siglas de Bildu forman parte de la coalición progresista con un mayor estatus que los nacionalistas vascos.

Se permiten ir por libre en campaña, por los intereses coyunturales

El presidente Sanchez tendrá que compartir hoy marco político con su candidato, Eneko Andueza, que se ha pasado la campaña agitando el voto del miedo a la coalición de ETA y destacando su complicidad con el terrorismo para contener la fuga de los suyos hacia la siglas de Arnaldo Otegi –porque también desde el PSE hay trasvase de apoyos a los herederos de Batasuna– y, además, hacia el PNV por enfado con los pactos firmados con ellos.

En ese travestismo en el que se mueven los socialistas por las necesidades de apoyos que tiene en Madrid, el presidente del Gobierno se supone que hoy debe remar a favor de lo que ha sido uno de los ejes centrales de la campaña de su partido en el País Vasco, cuando la realidad es que los mismos que él mima en el Congreso, y que Andueza descalifica en campaña para no perder voto del PSE, se presentan con 9 candidatos que han cumplido condena o han sido detenidos por pertenencia o colaboración con banda terrorista, o por desórdenes públicos. Éste es el rostro de sus socios de investidura.

Es importante en este contexto tener en cuenta que la vía de diálogo que mantiene en Madrid el PSOE con Bildu, un canal que está permanentemente abierto y que ha funcionado en algunos temas con más diligencia que con el PNV, ya ha servido para tranquilizar las aguas y dejar claro que las cosas que se están diciendo en la campaña vasca forman parte de la escenificación necesaria para capturar al votante, pero que no tienen nada que ver con la estrategia nacional de colaboración, y, si se apura, también autonómica, en un proceso de reordenación de alianzas de la izquierda con el independentismo vestido también de izquierdas, y por el que apuestan firmemente en Madrid.

El pacto es que la campaña vasca va por libre, atendiendo a intereses coyunturales, pero que el acuerdo, y los pactos ya firmados, se cumplirán, porque así lo han certificado, para que no quedasen dudas, los interlocutores habituales en el ámbito del Congreso de los Diputados. El portavoz parlamentario, el vasco Patxi López, siempre ha cuidado a Mertxe Aizpurua y a Oskar Matute. Como también tienen buena relación con su mediador con Moncloa.

En el Ejecutivo, aseguran que la relación con los abertzales en la Cámara Baja es segura, a pesar de la dureza de la ministra Pilar Alegría este martes tildando de «cobarde» a Bildu –mensaje diseñado por los fontaneros de Sánchez–. Ni las críticas fingidas de Óscar Puente censurando las palabras del candidato, soliviantaron a Otegi.