Elecciones Comunidad de Madrid
Quo Vadis?
Con las elecciones está ocurriendo lo mismo que con el fútbol: hay una sobrecarga de contenido. Por mucho que te guste, te interese o lo disfrutes, lo mucho cansa, aburre y siembra desinterés. Seguramente, a los forofos y fanáticos de ambas modalidades la sobreexposición les parece bien e incluso proporcionada, pero al común de los mortales, no tanto.
Las campañas electorales, caras y excesivamente largas, no son necesarias en esta época de redes sociales, globalización descomunal y sobreinformación. Se asemejan mucho a lo que hacían los alumnos menos aplicados en sus estudios, que se limitaban a darse un atracón de memorización la semana previa al examen final para ver si lograban aprender todo lo que no habían hecho durante el curso. Puede que a algunos les saliera bien, pero no era lo normal. Claro que, hoy en día, lo normal está sobrevalorado.
No conozco a nadie que siga una campaña electoral, que lea un programa político o que acuda voluntariamente a un mitin, a no ser que el trabajo le obligue a ello, como tampoco creo que una declaración de un candidato o una publicación en un medio de comunicación, hoy por hoy, logre cambiar o definir el sentido del voto de una persona; por no hablar de las encuestas.
Las entrevistas a los políticos cada vez son menos seguidas por el gran público –aunque los periodistas suelen volverse locos para conseguirlas–, entre otras cosas porque los propios representantes políticos se encargan de reconocer que lo que se dice en campaña electoral con el traje de candidato puesto, no tiene ninguna validez. Conozco pocas definiciones más precisas de pérdida de tiempo.
La única pregunta que cabe preguntarse es: hoy en día, ¿para qué sirve una campaña electoral a parte de para dar contenido a los medios y a las redes sociales? ¿A dónde vamos con ellas?
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