El desafío independentista
Al PSOE se le escapa España
La pérdida de identidad de los socialistas catalanes genera un torrente de críticas contra Navarro n La censura es transversal y el incendio interno está fuera de control. La dirección federal está dispuesta a pactar con el PNV mientras López se decanta por apoyar a Bildu. El ex lendakari renovará en febrero como secretario general del PSE
La dirección del PSC se enroca mientras se multiplican las voces que exigen un cambio de rumbo
Existe una idea generalizada entre los dirigentes del PSC un año después de que Pere Navarro tomara las riendas en sustitución de José Montilla: el partido está más dividido, el malestar se ha multiplicado y la dirección toma las decisiones prácticamente en solitario, provocando cada vez más tensiones. «El enrocamiento de la cúpula empeora las cosas», analiza un dirigente. Navarro se ha demostrado hasta el momento incapaz de calmar los ánimos de los sectores críticos que conviven en el socialismo catalán. Tanto es así, que hay quien ha pedido un congreso extraordinario para recalcular la ruta y repensar el piloto al mando de un partido desnortado. Es el caso de Joan Ignasi Elena, líder de la corriente Avancem, partidaria de acentuar el catalanismo del PSC.
Navarro esquivará el congreso extraordinario y así no deberá medir sus fuerzas con sus adversarios internos, pero no tiene otro remedio que afrontar otro consejo nacional para redefinir la estrategia del PSC, enormemente confusa y desesperante para el PSOE. No hay asunto más nocivo en el socialismo catalán que el llamado «derecho a decidir». La decisión de Navarro de anunciar que su grupo se abstendrá en «todas y cada una» de las votaciones relacionadas con el proceso sobre la autodeterminación de Cataluña causó irritación en el PSOE y sorpresa en el Parlament. El líder del PSC no tenía por qué anticipar esta postura, pero, hoy por hoy, no hay otra posible. La abstención es la única manera de que el partido no se rompa definitivamente y es, a la vez, la prueba de su pérdida de identidad. «Es un debate que nos incomoda y que no hemos resuelto bien», admiten varias voces del partido.
En este contexto, Navarro tiene que seguir lidiando con sus críticos, los cuales no proceden únicamente del sector más catalanista del partido, tradicionalmente rebelde con los postulados de la dirección.También hay voces autorizadas como la de Miquel Iceta y Raimon Obiols que no comprenden la falta de autocrítica de la cúpula. A ellas hay que sumar el malestar de valores que se presumían al alza como los de Rocío Martínez Sampere y Laia Bonet, la primera convertida en diputada rasa y la segunda fuera de órbita. Ellas, entre otras, debían encarnar la renovación de un partido, pero esta vía se ha frustrado.
En paralelo a todo ello, el primer secretario del PSC se propone afrontar otra tarea hercúlea, la de redefinir el protocolo de relaciones con el PSOE en el Congreso para adquirir voz propia cuando convenga a los socialistas catalanes. Aunque la relación de Navarro con Alfredo Pérez Rubalcaba es fluida, el asunto no puede ser en estos momentos más espinoso, puesto que no hay mimbres suficientes para que ambos construyan la defensa de un modelo territorial sin fisuras internas. No hay partidarios en el PSOE de asumir la extraña filigrana del derecho a decidir sin renunciar a la unidad de España. El coste es muy elevado para los socialistas más allá del Ebro (la frontera inexacta que separa Cataluña del resto del país).
Navarro tuvo que afrontar una lluvia de críticas en el último consejo nacional del PSC, posterior al resultado del 25 de noviembre. El líder de los socialistas quiso amortiguar su caída electoral –obtuvo el peor resultado de la historia en unas autonómicas– con el retroceso de CiU. Pero el planteamiento no ha convencido a nadie. Luego, designó a la dirección del grupo del PSC en el Parlament enrocándose con sus fieles, en especial con su fichaje Maurici Lucena (muy próximo a Carme Chacón). Todo ello no ha hecho más que acentuar el malestar de un PSC en crisis permanente.
El «matrimonio» entre López y Bildu provoca una crisis de identidad en el PSE
Patxi López está decidido a unir los intereses del socialismo vasco con los de los proetarras, en una hipotética confluencia de intereses de izquierdas, a pesar de los llamamientos públicos al acuerdo con el PNV que, desde Madrid, le hacen sus compañeros de partido. En clara contradicción con las maniobras políticas que se están produciendo en el País Vasco, Ramón Jáuregui ha advertido a Patxi López que si el PNV «llama a la puerta del PSE» para posibles acuerdos, los socialistas deben abrirla porque «es lo mejor para el país».
La sugerencia de Jáuregui se produce sin cuestionar el liderazgo de López en el socialismo vasco, donde nadie le hace sombra a pesar de que muchos dan por supuesto que el ex lehendakari dará, a corto plazo, el salto a Madrid. En el congreso que los socialistas vascos celebrarán en febrero, López será renovado como secretario general, sin más contestación interna que la de los críticos alaveses, cuya fuerza se disuelve por no haber sido capaces de designar aún una cabeza visible para la candidatura alternativa.
La aprobación, por parte del PSE, de los presupuestos proetarras en Guipúzcoa no puede interpretarse como una jugada para meter presión a Urkullu con vistas a la negociación de los Presupuestos, porque no ha sido un hecho aislado, sino que ha coincidido en el tiempo con la confluencia de intereses de PSE y Bildu en distintas instituciones, desde el Ayuntamiento de San Sebastián al Parlamento vasco.
Las votaciones conjuntas se han producido en hechos tan contrarios al sentir de parte importante del electorado socialista, como la concesión de la medalla del mérito ciudadano a José Luis Álvarez Enparanza, «Txillardegi», uno de los fundadores de ETA. Sin embargo, los socialistas vascos más proclives a esta estrategia, como el todavía líder del partido, Jesús Eguiguren, están marginados.
Eguiguren reprochó hace un año a López «tibieza» a la hora de felicitarse por el alto el fuego de ETA y el ex lehendakari le contestó marginándole en las listas y forzándole a retirarse. A pesar de ello, López vendió después en la campaña de las autonómicas como un éxito del PSE el fin del terrorismo y ahora se lanza a la estrategia de Eguiguren. Las contradicciones están a la orden del día en un partido que fue votado hace sólo unos meses por quienes contaban con que sería aliado del PNV.
No hay, en estos momentos, dos almas en el socialismo vasco. Quienes lideraron la corriente «vasquista» no tienen peso. Oficialmente, sólo hay críticos en Álava, donde se ha anunciado una candidatura alternativa. De momento no hay cabeza de cartel en un sector en el que se encuadran el concejal de Vitoria Juan Carlos Alonso, la parlamentaria Natalia Rojo, los ex parlamentarios Óscar Rodríguez, Joana Madrigal y Esozi Leturiondo –viuda de Onaindía–, la vicepresidenta del Senado, Yolanda Vicente, el ex presidente de la Cámara Alta, Javier Rojo, la ex presidenta de las Juntas Generales ,María Teresa Rodríguez Barahona, la viceconsejera del Gobierno vasco Mari Paz Larrumbide y la hija de Fernando Buesa, Marta Buesa. Reclaman un «liderazgo que cuente con autoridad política e ideológica, de hondo calado ético». El conflicto del PSE es más de crisis de identidad que de encrucijada de alianzas.
✕
Accede a tu cuenta para comentar