Caso Bárcenas

Baltasar Garzón: el «juez estrellado» que se resiste a perder

Baltasar Garzón: el «juez estrellado» que se resiste a perder
Baltasar Garzón: el «juez estrellado» que se resiste a perderlarazon

Baltasar Garzón comentó el viernes en su última aparición pública que sigue siendo juez pero que no le dejan ejercer como tal. Se considera víctima de una conspiración, una suerte de cazador cazado que aprovecha cualquier intervención para denunciar los males que le aquejan. El jienense, nacido en el municipio de Torres en 1955, sigue insistiendo en que, cuando era instructor del «caso Gürtel» y ordenó grabar las conversaciones de los cabecillas de la trama con sus abogados en prisión, «no se vulneró el derecho a la defensa».

El Tribunal Supremo entendió lo contrario y acordó inhabilitarlo once años por prevaricación a principios de 2012. El hasta entonces magistrado de la Audiencia Nacional fue apartado de la carrera judicial porque la Justicia no se puede alcanzar a cualquier precio.

Atrás quedaban sus investigaciones sobre la banda terrorista ETA y el terrorismo de Estado de los GAL, sus golpes al narcotráfico y sus causas contra el dictador chileno Augusto Pinochet o contra el franquismo, por la que también se sentó en el banquillo. Todos ellos fueron casos de gran repercusión mediática, que entroncaban con su especialización «en materias de investigación de terrorismo, narcotráfico, lavado de activos, corrupción, criminalidad económico-financiera y de crímenes de lesa humanidad», según reza en la página web de su fundación en favor de los Derechos Humanos. Muchos sostienen, en cambio, que Garzón se embarcó en la mayoría de ellos por su fijación por acaparar titulares, algo que le sirvió para granjearse fama de «juez estrella».

Estos procesos también le sirvieron para adquirir cierta relevancia en la escena internacional y convertirse en asesor del fiscal de la Corte Penal Internacional, asesor de la Misión de Apoyo del proceso de Paz de la Organización de Estados Americanos en Colombia o miembro del Comité de Prevención de la Tortura, así como para ser nombrado doctor honoris causa por un buen número de universidades.

Ahora que se resiste a ser considerado ex juez, podría decirse que ejerce de «juez estrellado». Ya no dicta sentencia, pero parece empeñado en sentenciar sobre los problemas de medio mundo y su agenda de trabajo está más cargada que nunca. «Estoy trabajando mucho, diría que incluso demasiado», afirmó el viernes, antes de alardear de que actualmente lleva temas en países como Colombia, Argentina, Ecuador o México y colabora con la Universidad de Washington (EE UU).

También mantiene un despacho de abogados en Madrid, registrado a nombre de Ilocad el pasado mes de julio y que comparte sede social con la asesoría fiscal Sarot, levantada por el recientemente fallecido José Félix González Salas, un empresario taurino con el que Garzón tenía amistad.

Esa amistad regaló instantáneas del entonces juez disfrutando de los toros desde la barrera. De la mano de otro amigo, el ex diputado Jorge Trías Sagnier, ha saltado al ruedo para dar, según dicen las malas lenguas, una estocada mortal al PP. Probablemente, esto es lo que Garzón entiende por «hacer política desde muchos ámbitos». Lo de ir en una lista electoral, como hizo con el socialista Felipe González en 1993, son –según indicó el viernes– «palabras mayores».