Caso Bárcenas

Bárcenas, en plan «capo» de cárcel: «A éste le consigo el tercer grado»

El ex tesorero del PP Luis Bárcenas
El ex tesorero del PP Luis Bárcenaslarazon

«A este hombre le voy a conseguir el tercer grado». Los funcionarios del Módulo IV de la cárcel de Soto del Real no salían de su asombro ante las palabras del recluso Luis Bárcenas, que afirmaba, con tanta rotundidad como prepotencia, que a su compañero de celda le iba a conseguir el citado beneficio penitenciario.

«A este hombre le voy a conseguir el tercer grado». Los funcionarios del Módulo IV de la cárcel de Soto del Real no salían de su asombro ante las palabras del recluso Luis Bárcenas, que afirmaba, con tanta rotundidad como prepotencia, que a su compañero de celda le iba a conseguir el citado beneficio penitenciario.

Según han informado a LA RAZÓN fuentes conocedoras del asunto, el ex tesorero parece actuar en algunos momentos al margen de la realidad, haciendo gala de un poder (dentro de una prisión) del que carece. No da problemas, su comportamiento es correcto, pero no ha perdido el aire de altivez (otros lo denominan con un término más directo y de uso popular) con el que siempre se ha querido presentar.

Para justificar sus afirmaciones, aseguró que era «amigo de Ángel Yuste» –secretario general de Instituciones Penitenciarias– y que hablaría «personalmente» con él.

Ni que decir tiene que el mencionado recluso, preventivo como Bárcenas, deberá pasar por muchos trámites, incluida la condena formal si es que así lo deciden los tribunales de Justicia, antes de poder obtener dicho beneficio penitenciario.

Una sala para él solo

Sin embargo, no es ésta la única anécdota que demuestra el carácter de Bárcenas y la idea que tenía de su estancia en prisión, que esperan que se difumine día a día.

Al poco tiempo de ingresar en Soto del Real, la selección española de fútbol jugaba uno de los partidos de la Copa Confederaciones en Brasil. Sin mediar palabra, se dirigió a los funcionarios y les pidió que habilitaran una sala, con el correspondiente televisor de un tamaño adecuado, para que él solo, sin ningún tipo de compañía, pudiera seguir el encuentro. Petición, lógicamente, rechazada.

Todo en tabaco

El ex tesorero acude regularmente al comedor (desayuno, comida y cena), por lo que los 100 euros de pecunio semanales (que le ingresa su familia) se los gasta íntegramente en la adquisición en el economato de la cárcel de puros «Farias», que consume sin cesar.

No es cierto que se le hayan hecho llegar los de otra afamada marca de una isla caribeña ni que disfrute de privilegios frente a los otros reclusos del módulo.

Este tipo de actuaciones, el cambio de abogados y la estrategia de facilitar al juez una supuesta contabilidad «B», que es publicada a continuación por «El Mundo», hacen pensar que Bárcenas ha interiorizado (quizás porque alguien se lo haya dicho, no el juez ni el fiscal) que su estancia en prisión va a ser muy breve y que en pocos días estará en libertad.

Asimismo, que la presión que pretende ejercer sobre el Gobierno y el intento de chantajear al partido al que perteneció van a redundar en que pronto abandone Soto del Real; y que la estrategia que ha adoptado es la más correcta, ya que le da «la batuta de la orquesta».

Lo cierto es que los ataques al PP y la permanente filtración de documentos a ese medio informativo, sobre cuyo contenido (si responde a la realidad o se trata de puras artimañas) tendrán que pronunciarse los investigadores policiales y, en definitiva, los tribunales de Justicia, le mantienen en prisión y con un horizonte penal ciertamente complicado.

El asunto tiene supuestos beneficios periodísticos para el medio en concreto; otra cosa es que Bárcenas pueda obtener algún rédito de ello.

El hecho de que esté convencido de que puede ir repartiendo a diestro y siniestro terceros grados puede ser un exponente de lo que pasa por la cabeza de Bárcenas, por propia deducción o porque terceros le hayan convencido de ello. El tiempo, como se suele decir, dará y quitará razones.Tal y como adelantó este periódico, Bárcenas apenas se relaciones con los reclusos, salvo con su compañero de celda (al que parece haber prometido el tercer grado penitenciario) y, salvo las anécdotas antes citadas, cumple con las normas de la prisión sin dar problemas.