Barcelona
Duran Lleida: «Hemos hecho un pan como unas tortas»
El eterno hombre-puente entre Cataluña y Madrid constata el fracaso del «procés» y asegura que es hora de «sentarse a dialogar».
El eterno hombre-puente entre Cataluña y Madrid constata el fracaso del «procés» y asegura que es hora de «sentarse a dialogar».
Llegó a ser el político mejor valorado de España. Ejerció como el portavoz de CiU más influyente en Madrid. Dos presidentes del gobierno le ofrecieron ser ministro y lo rechazó. Parlamentario brillante en numerosas legislaturas, hábil negociador de magníficas relaciones con todos los grupos, dejó un recuerdo imborrable en el Congreso de los Diputados. Pero Josep Antoni Duran Lleida, el eterno hombre-puente entre Cataluña y Madrid, el líder democristiano siempre moderado y defensor del diálogo, dejó un día la primera línea política aunque no su voz autorizada. Hace ahora tres años vaticinó las heridas del «procés»: «No traerá la independencia a Cataluña, romperá CiU, el PSC, Iniciativa Els-Verts, surgirá Ciudadanos y dará la hegemonía a Esquerra Republicana». Se ha cumplido a rajatabla y por ello su diagnóstico es clarividente y acertado: «Hemos hecho un pan como unas tortas».
Bajo este título en castellano, y «un pan como unas hostias» en catalán, Duran publica un libro clave para entender la génesis y evolución del desafío separatista y profetiza lo que encierra esa frase tan frecuente en Cataluña: «Esto no acabará bien». En su habitual estilo dialogante, el que fuera hombre fuerte de CiU en Madrid no hace reproches ni ahonda en heridas: «No es hora de buscar culpables, sino de sentarse a la mesa para hablar». Opina que la independencia es imposible, lamenta que haya desaparecido el catalanismo político de centro y apuesta por una salida negociada. Los acontecimientos le han dado la razón, atisba una tensión al límite sobre el referéndum hasta abocar en unas elecciones que darán la victoria a Esquerra y un gobierno tripartito de izquierdas. Por ello, mientras los soberanistas engañan a una sociedad catalana fracturada, su análisis no puede ser más claro: «Habremos hecho un pan como unas tortas».
El libro recoge las cartas dominicales que durante muchos años escribió a los militantes de Unió Democrática. Arranca en 2012, fecha en que comenzó la deriva soberanista y el derecho a decidir, hasta hoy. En el prólogo explica las causas del «procés» y en el epílogo avanza un vaticinio. Su conclusión es clara: nada positivo y un enorme recorrido político para acabar en manos de ERC y los radicales de la CUP. El líder socialcristiano incide en la ausencia de una fuerza catalanista de centro moderada, algo que no ha sucedido en más de cien años de historia del catalanismo político. Editado por Edelibros, que dirige Félix Riera, explica cómo la política «con mayúsculas» se subordina a los movimientos sociales y callejeros. Según Riera, un prestigioso intelectual de Cataluña y que fue miembro del Comité de Gobierno de Unió, el libro es el primero escrito por un protagonista indiscutible de la trayectoria del proceso. «Duran hace una aportación única a los lectores, estén o no de acuerdo». Y concluye que la política catalana «se ha empobrecido».
Quienes trabajaron toda una vida junto a Duran, como el veterano diputado Josep Sánchez Llibre o el senador Jordi Casas, son de la misma opinión. La razón y la ley dicen que no habrá referéndum, pero en breve los soberanistas anunciarán la fecha y forzarán «que el Estado español se quite la máscara». El separatismo busca legitimarse, asegurar que han llegado hasta dónde han pedido pero, una vez más, «la España opresora lo ha impedido». Destacados políticos y empresarios que han hablado con él en los últimos meses coinciden: «El libro demuestra que Duran no se ha marchado». Afirman que sigue siendo «un activo político de primer orden», necesario en el actual desafío, con aportaciones a la política al margen de concurrir a unas elecciones. Ese centro político sólo se puede reconstruir con personas como Duran y sus hombres. El editor Riera hace un buen análisis: «La política catalana ha utilizado la batería para hacer ruido y no seguir un buen compás musical».
Jordi Casas, que fue diputado, senador y Delegado de la Generalitat en Madrid lo tiene claro: «Duran ha sido un hombre fiel, coherente con su pensamiento, que sufrió con mucha dignidad los ataques separatistas». Siempre habló con respeto de Jordi Pujol y Artur Mas, aunque soportó estoicamente muchas dentelladas de los convergentes, hasta romper la unidad del grupo parlamentario en la última legislatura. Casas ensalza su figura y minimiza la derrota electoral: «Las urnas son emocionales, ni quitan ni dan la razón». La fidelidad de su trayectoria lo avala. «Los hechos le han dado la razón y demuestran que hemos hecho un pan como unas tortas», asegura. Lo mismo opina Sánchez Llibre, su auténtico escudero durante décadas en el Congreso, hoy responsable de las relaciones de CEOE con la Cámara Baja.
Duran Lleida lleva una vida intensa. Su etapa como presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso le granjeó importantes contactos en el mundo, viaja con mucha frecuencia y le llaman de destacados organismos en Europa y América para impartir conferencias. «Es un orador épico», dice un diplomático que le escuchó en Chile. Lo compagina con su trabajo en el bufete de abogados Colls, en Barcelona, dedicado a la consultoría internacional. Se mantiene en forma con su gimnasia diaria, almuerza ensalada y pasta, es «culé» hasta la médula y mantiene sus creencias democristianas y catalanistas de centro. Sigue apostando por el diálogo, pero sin olvidar la «carpeta catalana», buena definición pedagógica que no puede ser aparcada. «Hay que sentarse», insiste en su petición de una salida negociada bajo el rigor jurídico, como recordó el saliente presidente del Constitucional, Pérez de los Cobos, apelando al diálogo para desatascar el conflicto.
En unos días cumplirá 65 años y ha dedicado más de 30 a la política. El 4 de abril presentará su libro en Madrid, rodeado de una pléyade de rostros conocidos, políticos y empresarios que bien le recuerdan. En su juventud dudó ser músico o periodista, tal vez por ello se llevó de perlas con los informadores, entre los que dejó grandes amigos. «Es un dandi de la política», comentaban las periodistas cuando lucía su palmito elegante en el Congreso, con unas corbatas que hacían época. Siempre fue amable, sin levantar la voz y forjó un equipo de poder político, un grupo parlamentario influyente del que hoy no quedan ni las raspas. Dedica ahora más tiempo a la familia, su mujer Marta, sus tres hijas universitarias y su anciano padre. Fue un auténtico «self made man» de la política, sin herencias ni apellidos ilustres. Ahora le duele y preocupa la situación como una vez me confesó: «Soy un poco sufridor». Al final del camino, ese pan está bastante agrio.
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