Barcelona

El jefe de los Mossos intentó quitar el caso a la Policía

La Policía catalana queda bajo sospecha tras presentarse en el domicilio del jefe de Método 3. La interferencia de la Policía Autonómica pone en evidencia los nervios de CiU

Sánchez-Camacho, en una imagen de archivo, se despide de un mosso d'esquadra a la salida de un acto del PP en Barcelona
Sánchez-Camacho, en una imagen de archivo, se despide de un mosso d'esquadra a la salida de un acto del PP en Barcelonalarazon

La calificada en medios policiales como historia «rocambolesca» que ofreció el responsable de la agencia de detectives Método 3, Francisco Marco, sobre lo ocurrido el día de su detención, lleva camino de convertirse en la «historia interminable», conforme se conocen datos sobre lo que realmente ocurrió. Tal y como adelantó LA RAZÓN en exclusiva, en la declaración que, de forma voluntaria prestó Marco ante la Policía Nacional en la madrugada del pasado 19 de enero, además de desmentir cualquier relación con la grabación a Alicia Sánchez- Camacho y Victoria Álvarez y negarse a contestar a ninguna otra pregunta, narró esa historia en la que aparecían y desaparecían supuestos agentes del CNI (que, por cierto, se identificaban como «policías» del centro de espionaje), una periodista, un abogado. Todos ellos urdieron una conspiración que, al final, acabó con su detencón (en número desproporcionado, según su opinión).

Como Marco era vigilado por la Policía Nacional, dado que su arresto era inminente, los agentes observaron que la periodista, después de reunirse con el responsable de Método-3, se subía a un coche que pertenecía a la flota de los Mossos d'Esquadra. En principio, se creyó que era un coche camuflado, pero después se ha podido determinar que el que el vehículo estaba asignado, nada más y nada menos, que al director de la Policía Autonómica, Manel Prat. Desde la Generalitat se desmiente el hecho una y otra vez, pero existe un informe interno de la Policía Nacional que así lo acredita y que fue elevado a los mandos superiores de Madrid.

Según fuentes conocedoras del asunto consultadas por este periódico, todo parece indicar que el «rocambole» en torno a Marco respondía al deseo de los Mossos de quedarse con el caso Sánchez-Camacho, que denunció los hechos (por lo que se ve ahora con muy bien criterio) ante la Policía Nacional y no la autonómica. ¿Por qué tanto interés?, se preguntan los mismos medios, que califican todo este asunto de un auténtico escándalo y un intento de intromisión en una investigación que llevaba a cabo la Policía Nacional. «Si hubiera sido al revés, ya habría muchos que estarían pidiendo responsabilidades», sostienen.

Los populares no salen de su asombro por la identificación del coche del director de los Mossos frente al domicilio de Francisco Marco y por el hecho de que este mismo vehículo recogiera a una periodista que venía de reunirse con el jefe de Método 3. «Es un tema muy grave y se tiene que explicar. ¿Qué tiene que tapar, sobre todo cuando hemos sabido que Xavier Martorell también está relacionado con la agencia de detectives?», se preguntó el portavoz parlamentario del PP catalán, Enric Millo.

La información es ingente y, entre otras carpetas, se han encontrado dos que llevan el título de «Xavier Martorell», antiguo responsable de Seguridad de Convergència y actual responsable de Instituciones Penitenciarias. Martorell, un dirigente que ha mantenido relaciones muy fluidas con Método 3, es la pieza que deja en entredicho que CDC no haya contratado nunca servicios de espionaje, tal y como los convergentes han asegurado en repetidas ocasiones.

Sea como fuere, el intento por cambiar al titular de la investigación no surtió efecto y el caso de espionaje en Cataluña continúa su curso mientras, en paralelo, los nervios de algunos de los afectados van quedando al descubierto. La sorprendente identificación del coche del director de los Mossos d'Esquadra frente al domicilio del jefe de la agencia de detectives Método 3 horas antes de que éste fuera detenido (18 de febrero), ha hecho que el PP haya perdido la confianza en los mandos del cuerpo autonómico, a pesar de que los Mossos insisten en desmentir la identificación de la Policía.

Hay que recordar que la propia vicepresidenta de la Generalitat, Joana Ortega, se prestó a denunciar ante los Mossos que había sido una de las víctimas del espionaje articulado en torno a Método 3 con el objetivo de hacer partícipe a la Policía catalana de la investigación. La maniobra no surgió efecto y el juez dejó las indagaciones en manos de la Policía Nacional, que continúa examinando el material incautado a la citada agencia de detectives.

UN ARMA POLÍTICA CONTRA MADRID

El actual consejero de Interior de la Generalitat, Ramon Espadaler, y el anterior, Felip Puig, salieron ayer en defensa de los Mossos d'Esquadra, en relación a la trama de espionaje en la que está implicada la presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho. Espadaler criticó el «uso político» que, a su juicio, hace la dirigente popular de la Policía Autonómica. El actual consejero de Interior indicó que «mezclar seguridad con política no es una cosa apropiada», y aunque admitió que la decisión de SánchezCamacho «es legítima», defendió en todo momento el trabajo de los Mossos. Por su parte, Puig, que tuvo una relación muy difícil con la Policía Autonómica en la anterior legislatura, acusó a la líder de los populares catalanes de «oportunista» y de «instrumentalizar a los Mossos con finalidades políticas», lo que consideró una «grave irresponsabilidad». A juicio de Puig, «no se puede poner en duda la profesionalidad de los Mossos, porque lo hace a partir de un posicionamiento político». Ambos políticos mantienen una relación más que distante con los sindicatos de la Policía Autonómica.