Política

Casa Real

Empatía y serenidad

La Razón
La RazónLa Razón

Ayer, doña Leonor de Borbón cumplía sus 13 primeros años de vida. Como en todas las familias, le habrán cantado el "cumpleaños feliz". Sin embargo, se acordará toda la vida de este día porque sus obligaciones como heredera de la Corona hicieron que viviera un cumpleaños un poco... "especial". Tenía que recitar el artículo 1 de la Constitución, en el 40 aniversario de la Carta Magna. Era su primer discurso y su primer acto oficial, pero superó la prueba con nota. Vestida con un elegante, quizás demasiado ‘serio’ vestido azul y ayudada por un escalón que le permitió alcanzar el atril, doña Leonor recitó el texto ante la cariñosa mirada de su padre, que permaneció en todo momento junto a ella en el escenario y frente a la Reina Letizia, que junto a la Infanta Sofía, la contemplaba con una inmensa sonrisa de complicidad. Fueron treinta segundos, exactamente, que quedarán para la historia de España... y para sus más íntimos recuerdos.

El acto no pudo revestir mayor solemnidad ya que formaba parte del programa oficial del cuarenta aniversario de la Carta Magna en el que, tanto personalidades públicas como anónimos ciudadanos, fueron leyendo todos sus artículos. Doña Leonor permaneció todo el tiempo a la derecha de su padre y acompañada por su madre y por su hermana. Las dos niñas, escucharon sin pestañear el discurso del Rey. Concentradas y visiblemente emocionadas, pudieron oír cómo su padre daba lectura al preámbulo de la Constitución: "Agradezco la iniciativa y el ofrecimiento del Gobierno de iniciar la lectura pública de la Constitución y de que sea la princesa quien contribuya con la lectura del artículo 1. Pocas maneras hay mejores de reafirmar la fidelidad y el compromiso de la Corona con la democracia, con la libertad, con España y con la Constitución". Doña Leonor mostró un rostro algo tenso, cosa completamente lógica.

Pónganse en la piel y en la cabeza de una niña de tan corta edad que, a pesar de su esmerada educación y entrenamiento, debía sin duda albergar un cierto vértigo en el arranque de su vida pública.

Familia unida, gestos de amor y cariño

Terminado el preámbulo, la Heredera de la Corona se puso de pie, esperó al término de los aplausos dirigidos a su padre y se dirigió al escenario acompañada por una azafata. En ese punto, la Princesa comenzó su locución, segura, emocionada, pero con rostro sereno. No sin antes recibir una caricia tranquilizadora de su padre en la espalda. Suelo repetir que a veces olvidamos que, la Familia Real, además de Real es Familia. Y no pretendo hacer un fácil juego de palabras. La imagen no pudo ser más tierna. Es evidente que la primogénita es el ojito derecho de su padre. Se percibe una especial complicidad, un ‘hilo invisible’ de cariño y ternura que impregna la escena. Actos como el de ayer tienen además una particular importancia porque, tras algunos episodios más o menos desgraciados, tanto don Felipe como doña Letizia y sus hijas han conseguido con éxito restablecer la imagen de una familia unida y bien avenida. Y esto es de capital importancia para la Institución.

Doña Leonor leyó con voz firme, y pausada, sin titubeos, ni equivocaciones, el texto que le correspondía. Se notaba que había preparado a conciencia este momento tan relevante, con una soltura que muy pocas veces podemos apreciar en nuestros políticos. Tenía delante un folio con grandes letras mayúsculas. Sólo alzó los ojos en cuatro ocasiones, las que el texto requería.

Como si hubiera estado entrenada por un 'coach' en comunicación, en este caso probablemente la propia Reina Letizia, miró al público y alzó la vista justo al leer las expresiones ‘libertad’, ‘pluralismo político’, ‘del que emanan los poderes del Estado’ y ‘Monarquía parlamentaria’, las más relevantes.

Mientras su hija leía, la Reina, con una sonrisa que tanto hemos echado de menos en muchas ocasiones, con la mirada fija en los ojos de su hija gesticulaba de manera inconsciente, como si estuviera pronunciando cada palabra, cada sílaba del texto. Una manera evidente de reasegurar a la Princesa. Orgullosa por este examen superado, aplaudió de forma cálida.

Al final de la intervención, el Rey premiaba la primera actuación pública de su hija con un amoroso beso. Su madre también, como es natural. Destacaría de estos treinta segundos de discurso la gran empatía que la Princesa ha creado con el público. Se la ha visto emocionada pero muy cómoda. Su comunicación no verbal ha denotado cierta serenidad y un sentido de la responsabilidad que no siempre es fácil asumir aunque te hayan educado para ello. Ha sido uno de los momentos en los cuales he visto más feliz a la familia real. Han sido unos meses duros para la máxima Institución del estado, pero la familia sigue unida y las ‘niñas’ denotan ser felices.