Educación
Español, ni por prescripción médica
La Generalitat impide a los niños con problemas de aprendizaje estudiar en castellano pese a que les perjudica
La cruzada nacionalista oculta una realidad preocupante en Cataluña: no hay alternativa para elegir la lengua en la que unos padres quieren que estudien sus hijos. Aquéllos que prefieren una enseñanza en castellano son sistemáticamente marginados por el sistema. Ni siquiera los niños con problemas de aprendizaje pueden elegir, aunque los profesionales médicos así lo prescriban.
Éste es el caso de Encarna Bazán, madre de dos hijos sordos, que en los últimos 15 años no ha parado de luchar por sacar a delante a sus hijos y que sistemáticamente ha obtenido un «no» por respuesta de la Administración catalana. Esta barcelonesa de padres andaluces ha visto cómo esta corriente nacionalista la ha ido llevando a un callejón sin salida. «Con mi hijo mayor –que falleció hace tres años tras una larga enfermedad–, después de mucho luchar, conseguí que el colegio aceptara dar las clases en castellano, pero tenía que hacer 200 kilómetros diarios para llevarle al colegio. No fue fácil y hasta que no fui con mi abogado no hicieron nada. Me traían los libros de Zaragoza y de Madrid, para que pudiera estudiar en castellano. Después, obligaron por Ley a que toda la enseñanza se diera en catalán y con el pequeño no he conseguido nada». Ahora, Encarna se ha trasladado a Sant Boi y la situación no ha mejorado. «Como madre, creo que la prioridad es que mi hijo aprenda a hablar bien. En casa habla mitad castellano y mitad catalán, tiene bastante lío. Pero él defiende que se habla así, porque es como se lo han enseñado en el colegio.
Uno de los principales problemas del catalán, como el inglés, es que se habla, se escribe y se lee de tres formas diferentes, mientras que el castellano, no. Lo importante es que hable un idioma bien y después ya aprenderá el resto», lamenta. Otro de los problemas con los que se encontró Encarna fue con el lenguaje de signos. Ella y su familia lo aprendieron en castellano, mientras que en el colegio utilizaban el catalán, lo que llevaba a confusión. «No entiendo todo lo que está pasando. Yo nací en Barcelona, que está en España, pero podría haberlo hecho en el País Vasco o en Andalucía. Ante todo, somos españoles», afirma.
Encarna, como muchos otros padres, también ha tenido que invertir mucho dinero en unos audífonos para su hijo y no ha recibido ningún tipo de ayudas. «He hipotecado mi casa varias veces para poder pagar los aparatos auditivos de mis hijos. Vivimos en un mundo de oyentes y no voy a dejar que lo discriminen», advierte.
Un caso similar es el de Marina Gala, madre de un chico de 11 años con síndrome de Asperger, que le provoca numerosos problemas de comprensión y expresión. Marina ha pasado un calvario en los últimos años. Durante los primeros cursos, logró que su hijo pudiera estudiar en castellano, pero en segundo de primaria todo acabó. «Le cuesta aprender y concentrarse y teníamos el problema de que se cerrara en banda y no quisiera aprender porque le suponía un doble esfuerzo», aclara. Los informes de los pedagogos nos decían que lo mejor para su aprendizaje es que fuera escolarizado en la lengua materna, pero no es posible. Hemos buscado colegios y ninguno nos da esa posibilidad», afirma.
Con la escolarización totalmente en catalán se agravaron los problemas de aprendizaje. No se adaptaba, cayó en una depresión y tuvimos que cambiarle de colegio. Ahora, a pesar de las limitaciones impuestas por la Generalitat, en el colegio se están volcando con mi hijo. No es un problema de los centros ni de los docentes, es de la normativa. Muchos de los colegios están de la inmersión lingüística hasta el gorro. Ahora da clases en catalán pero las horas de refuerzo se las imparten en castellano».
Esta situación no ha solventado el problema. «A la hora de estudiar, pregunta mucho porque no entiende lo que dicen los libros y se lo tengo que traducir todo. Es una traba. Muchas veces estamos hablando en castellano y se me queda mirando como diciendo, no me he enterado de nada. De hecho, no le gusta nada estudiar catalán. Cuando vemos una película doblada al catalán, a los cinco minutos deja de verla porque no la entiende».
Para esta madre nacida en Barcelona, de padres andaluces, la situación actual no tiene ningún sentido: «Tengo ocho hijos y todos están deseando acabar los estudios para irse a trabajar fuera de Cataluña. No les gusta el idioma ni el ambiente que se está generando. Lo que tienen que tener claro los políticos es que no todos los chicos tienen la misma facilidad para los idiomas. El mensaje de que los niños son esponjas y que lo aprenden todo no es verdad. Mis hijos han nacido en Cataluña y varios de ellos tienen dificultades para aprender el catalán», lamenta.
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