Elecciones autonómicas
Esta vez no ganó ni a las encuestas
Análisis. Hasta ahora Sánchez había logrado superar a los sondeos y venderlo como un éxito. Ayer no pudo con los pronósticos
Hasta ahora Sánchez había logrado superar a los sondeos y venderlo como un éxito. Ayer no pudo con los pronósticos
Hasta ahora Pedro Sánchez sólo había ganado a las encuestas. Ayer no consiguió ni eso. Los sondeos se cumplieron y el PSOE en Galicia sufrió el tan temido «sorpasso» por parte de En Marea y perdió en País Vasco los siete escaños que le auguraban todos los sondeos. Rompe así la tónica de las últimas elecciones en las que mejoraba el resultado que le daban los sondeos: en el 20-D la media de los sondeos le adjudicaban un 21,1% y finalmente obtuvo el 22,0% de los votos válidos. En las generales del 26-J la media de los sondeos situaban al PSOE en el 21,0% y finalmente consiguió el 22,6%. Las expectativas electorales del PSOE acaudillado por Sánchez han ido bajando desde el verano de 2014, cuando Sánchez fue elegido secretario general en unas primarias en las que no logró alcanzar ni el 50% de los votos. Esas primarias fueron motivadas por la renuncia de Rubalcaba tras los resultados electorales del PSOE en las elecciones al parlamento europeo. El ciclo descendente liderado por Sánchez se inicia en 2015; en las elecciones locales y autonómicas de mayo el PSOE bajó de 6, 3 a 5, 6 millones de votos. En las catalanas de septiembre el PSC bajó del 14,4% al 12,1% de los votos. En las generales de diciembre baja de los 7 millones a 5,5 millones, y en las generales de junio de 2016 coloca aún más bajo al PSOE al dejarlo en 5,4 millones de votos. Todos los resultados de Sánchez en 2015 y 2016 han sido los peores del PSOE. No obstante, en todos los casos la media de las encuestas pronosticaban peores resultados a los socialistas, por lo que al menos la nueva dirección del PSOE ha ganado a los sondeos.
Insistir en haber obtenido mejores resultados que los manejados por los estudios demoscópicos para ocultar los resultados reales no es precisamente racional y aleja a la dirección del PSOE de la racionalidad y la acerca al sectarismo. La falta de reconocimiento de la incapacidad de Sánchez de hacer remontar el partido ahonda la crisis del principal partido político de la oposición, que dejará de serlo tras las elecciones en el País Vasco y en Galicia. El PSOE deberá despertar mañana de la fantasía que ha vivido en los últimos meses desde que Rubalcaba fue sustituido sin ningún proyecto político sólido. El PP, que obtuvo una mayoría absoluta frente al PSOE en 2011, y que ha ido remontando desde las elecciones generales de 2015 y que ha ido derrotando al PSOE desde entonces, cuenta con ocho millones de votantes que, junto a los tres millones de Ciudadanos, suman once millones y 169 escaños, 170 con Coalición Canaria. A este bloque sólo le falta incorporar los cinco millones de votantes del PSOE y sus 85 escaños para alcanzar una sólida mayoría de dieciséis millones de votantes y 255 diputados de 350 que integran el Congreso. Pero la actual jefatura del PSOE en lugar de situar al frente de las candidaturas en Galicia y País Vasco a constitucionalistas y moderados que puedan ser una auténtica alternativa a populares gallegos y nacionalistas vascos, opta por representantes izquierdistas y más cercanos al nacionalismo que a los intereses nacionales de España.
Precisamente, el PP se mantiene como primer partido de ámbito nacional, pese al elevadísimo coste que supone el haber gobernado el país durante cuatro duros años, debido a que el voto moderado de este país prefiere seguir prestando su voto a Rajoy que a los socialistas. Sus decididas políticas económicas y la defensa de los intereses nacionales hacen que el PP sea el principal receptor del voto moderado, que comparte con C’s. El PSOE, en cambio, no lucha por ese voto centrado e intenta reconstruir la mayoría artificial, por lo coyuntural y heterogénea que fue, de los años 2004 y 2008, en los que el PSOE salió de la oposición gracias al aluvión de votos anti-PP que recibió. Aquella circunstancia no es la actual y aquel voto prestado ha regresado a sus orígenes; la izquierda radical y el independentismo. Sánchez quiere contar con esas fuerzas y continuar con la filosofía que pedía aislar al PP y como premio recibía parabienes de izquierdistas e independentistas.
Volver a la socialdemocracia
El resurgir del PSOE como primera fuerza nacional debe sustentarse en un concurso público ante los ciudadanos en los que por méritos venza al PP en políticas económicas y la defensa de los intereses nacionales. Para ello debe volver a la coherencia de su mensaje político. ¿Acaso el PSOE en el gobierno ejecutaría políticas económicas muy distintas a las de los socialistas franceses, con toda la contestación social ? ¿El PSOE aceptaría acabar con la solidaridad de las regiones más ricas con las menos favorecidas permitiendo las consultas de autodeterminación? Coherencia es la palabra clave, su potencial electorado está a la espera de esa coherencia que no llega.
El futuro del PSOE pasa por la generosidad que significaría la dimisión de Sánchez y de la convocatoria del congreso ordinario que hace meses tuvo que haberse celebrado. El PSOE debe reconstruirse, en la oposición, en los próximos cuatro años. Debe dotarse de un discurso coherente con los que representa la socialdemocracia en España y Europa.
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