Navarra
Fase dos del falso desarme: ETA hará un vídeo con el sellado de un zulo
Los verificadores fueron conducidos por los terroristas con gafas opacas
Al menos tres células de ETA participaron en la preparación de la operación para que dos miembros de la Comisión Internacional de Verificación (CIV), Ram Manikkalingam y Ronnie Kasrils, llegaran a algún lugar (en Francia, se supone). Allí, los terroristas les enseñaron unas pocas armas y unas bolsas que, supuestamente, contenían explosivo, como «prueba» de la voluntad de desarmarse. Por cierto, y pese a la insistencia de algunos medios informativos de publicar en exclusiva las exigencias que iban a plantear los pistoleros, no se tienen noticias de que formularan ninguna, lo que hace aumentar más las dudas sobre que el «sainete» responda a las órdenes directas de los cabecillas de la organización criminal o sea una simple concesión para que los «oteguis» y los nacionalistas del PNV apacigüen su ansiedad.
Expertos antiterroristas se preguntan si el tal Ram Manikkalingam –al que, muy al estilo vasco, ya se le ha puesto un mote cariñoso– preguntó en qué consistía la mezcla explosiva denominada «kaskabarro» y qué sustancias la componían, no fuera, por aquello de la similitud de nombres que supone el euskera para los que no lo dominan, lo confundiera con algún plato típico.
Las fuentes consultadas creen que para llevar a dos personajes tan conocidos ya en el País Vasco al lugar en el que habían montado el «tenderete» tuvieron que participar, al menos, tres células, con sus correspondientes coches (conductor y acompañante). Estaban encargadas del aseguramiento del lugar en el que estaba el «tenderete»; de transportar a los «verificadores-conflictólogos»; y, la tercera, de realizar labores de «lanzadera», con el fin de que un control de las Fuerzas de Seguridad echara por tierra todo lo planeado.
Ram Manikkalingam y Ronnie Kasrils debieron ser citados en algún sitio considerado por los etarras, o los miembros de su entorno, como seguro. A partir de ahí, siguiendo las viejas tradiciones, les obligaron a ponerse unas gafas oscuras que impiden ver el exterior aunque no levantan sospechas de terceros y, de acuerdo con lo que les iba marcando el coche «lanzadera», les llevaron al lugar en el estaba el «tenderete». Una vez allí, les condujeron hasta la sala donde habían montado el escenario y donde, según se deduce de un análisis del vídeo, tuvieron que hacer verdaderos esfuerzos para aparentar un cierto entusiasmo y éxtasis. Muy comentado el banderín de ETA, con su «Bietan Jarrai» («Adelante con las dos», el hacha y la serpiente), en plan tenderete de los que hay en los hoteles de lujo para ofrecer baratijas a los turistas extranjeros.
Resulta patético, según las citadas fuentes, que tan reputados «conflictólogos», forjados, según dicen ellos, en decenas de contiendas, se conformaran y avalaran con las armas y demás «kaskabarros» que vieron, la voluntad de ETA de desarmarse y, como supuesta garantía fedataria, aceptaran que uno de los encapuchados, en plan funcionario de aduanas de república bananera, les estampara un sello en un papel. Algún experto policial comentaba ayer que si los dos individuos que aparecían en el vídeo junto con Ram Manikkalingam y Ronnie Kasrils eran etarras de primera línea, estaba dispuesto a creer en la cuadratura del círculo.
Las citadas fuentes subrayan que todo el vodevil se desarrolló, según algunos indicios, en territorio francés, aunque perfectamente pudo ser en otro país, incluido España. En el País Vasco y Navarra quedan todavía sin ser incautadas (se desconoce su número, lógicamente) algunas de las mochilas que traían los comandos como dotación. Coincide, curiosamente, con lo que se veía encima de la mesa. Demasiadas similitudes para no sospechar que el montaje esconde muchas incógnitas que se sabrán en su momento.
Desde luego, ETA no ha movido de sus arsenales ninguna de sus armas operativas, incluidos los tres misiles tierra-aire. Las armas y bolsas de explosivo que aparecen en el vídeo tienen todavía un periplo cinematográfico que seguir. Serán las que aparecerán en un vídeo que difundirá una televisión extranjera, en el que se verá cómo varios etarras «sellan» un zulo y proceden a su precinto mediante soldadura de una tapa. Se supone que para rematar la faena volverán a utilizar el sello «bananero» como garantía para «verificadores», «conflictólogos», proetarras, nacionalistas y, en general todos los que están dispuestos a participar en esta pantomima.
Agentes de las Fuerzas de Seguridad que llevan decenas de años en la lucha contra las bandas terroristas se preguntaban qué pensarán colegas internacionales de ETA, como las FARC colombianas, en pleno proceso de negociación en Cuba con el Gobierno de su país.
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