Santander
Fernando Jáuregui: «De ésta se va a salir con un gobierno de gran coalición seguro»
En su nuevo libro, Jáuregui hace un repaso desde el final del franquismo hasta nuestros días
Un repaso por su vida sería una buena síntesis de la historia de España de los últimos cuarenta años. Dicho y hecho. En su último libro, Fernando Jáuregui (Santander, 1950), periodista de trayectoria incuestionable, hace una perfecta mezcolanza entre vivencias y realidades. Más allá de sus incontables aventuras en el campo periodístico, hasta la fecha había publicado pequeñas píldoras de historia en forma de libro («Crónica del antifranquismo», «Aznarmanía», «23-F: la conjura de los necios»). Pero en estos días de incertidumbre y cambio ve la luz «Historia vivida de España. De Franco a Podemos» (Ed. Almuzara), un «tocho de 650 páginas» con el que engloba todos sus anteriores a la par que cierra un ciclo vital.
–¿Por qué llega ahora este libro?
–Siempre uno mismo tiene ganas de contribuir a hacer historia. No he querido centrar el libro en mí, sino en lo que he vivido, en lo que he visto. Es un intento de pervivir mi pasado para que no me digan que no he contribuido a construir la democracia y a traer la libertad a este país. Se trata prácticamente de una autojustificación.
–¿Qué referencias ha tomado?
–Lo más sensato es copiarse a uno mismo. He tomado como base mis anteriores libros para inspirarme y recordar muchas cosas.
–¿Es un libro que mezcla los hechos, la realidad española, con la pasión de «alguien que pasaba por allí»?
–He procurado no meter mucha pasión. Hay cosas que he vivido y que no me tiene que contar nadie. Y si el retrato es negativo y sale en blanco y negro y no en color qué le vamos a hacer. En España han pasado muchas cosas en 44 años que he vivido de profesión, y no todas buenas.
–¿Cómo ve la España de nuestros días?
–Ha estado peor.
–Algunos han llamado estos tiempos como la segunda transición.
–Sin duda. El problema es que no tenemos un estadista como Suárez que sea capaz de cortar con muchas cosas y traer otras nuevas. Y eso que él lo tuvo mucho más difícil que los gobernantes actuales, que podrían hacer cosas pero no quieren.
–¿Cómo interpreta el Parlamento de cara a las próximas elecciones generales?
–De aquí se va a salir con un gobierno de gran coalición seguro. Un gran pacto entre PP y PSOE puede estar bien para arreglar cosas. Eso sí, no puede permanecer mucho tiempo. Nos podemos encontrar ante una legislatura que dure unos dos años y luego ya veremos. Un gobierno así nos sacaría de muchos líos y nos permitiría reformar la Constitución.
–¿En qué sentido habría que reformarla?
–Todo el título octavo [el que hace referencia a la Organización Territorial del Estado]. Si queremos que los nacionalistas convivan contentos dentro del Estado hay que modificarla. Cualquiera que lea ese apartado se da cuenta de que está creado para salir de una situación de centralismo y de dictadura. Eso no sirve más de 35 años después.
–¿No hay voluntad política para cambiarla?
–No se atreven. No hay estadistas en España. Hace falta, insisto, un Suárez. Él cambió la Constitución, las leyes fundamentales, los sindicatos, la prensa del movimiento, las costumbres de la gente. Lo cambió todo en once meses.
–¿Hay alguien en el espectro político actual que pudiese desempeñar un papel similar?
–Todavía tengo fe en Pedro Sánchez. Eso sí, debo ser el único. Aunque debería rodearse de un mejor equipo. La gente que le acompaña está muy poco bregada. En política hay que conocer las claves, la Constitución, la historia...
–Desde la llegada de la democracia, ¿la sociedad ha avanzado más rápido que las propias instituciones?
–No. La sociedad civil española está totalmente adormecida. España es un país lamentablemente pasivo.
–¿Qué se puede hacer ante eso? ¿Más y mejor educación?
–Lo democrático sería que los poderes fomentaran la organización de la sociedad civil pero no les interesa. Éste es un país de individuos y no de colectivos. Es necesaria la honradez intelectual.
–¿Cómo interpreta la soberanía española en el contexto europeo?
–Las naciones tienen que perder soberanía en favor de Europa. Esto no lo ha entendido Grecia. Lo que sí echo de menos es una voz propia de España en Europa. Sabemos dónde está España –alineada con Alemania–, pero sería positivo escuchar una voz española opinando sobre temas propios.
–¿España es un país muy encerrado en sí mismo?
–Seguimos potenciando la anécdota propia frente a la categoría, lo interesante frente a lo importante. Estamos fabricando un país de «pequeñosnicolases» y «belenesestébanes» y nos olvidamos de lo que realmente está ocurriendo en el mundo.
–¿Cuál es el mayor logro de España en estos cuarenta años que retratas en el libro?
–España se ha convertido en una gran nación. Y una gran nación es la suma de muchas grandes cosas. Lo que pasa es que el desarrollo económico no se ha visto correspondido con un incremento del nivel cultural, autocrítico y de participación ciudadana.
–¿Cómo se ve a sí mismo dentro de toda esta historia? ¿Ve una transición en sí mismo?
–Volví a nacer hace tres años y medio cuando alguien me convenció de que tenía que emprender un nuevo proyecto de vida y empecé con un programa para emprendedores. Antes yo era como todos los periodistas y sólo hablaba con otros periodistas o políticos –los políticos tienen un problema aún mayor porque hablan con otros políticos y muy poco, además, con periodistas–. Me he convertido en una persona más tolerante, más humana.
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