Política

Bruselas

Gobierno y PP mantienen su agenda

María Dolores de Cospedal, ayer, en Génova
María Dolores de Cospedal, ayer, en Génovalarazon

La abdicación del Rey no moverá ni una coma de la agenda del Gobierno y del PP. Éste es el mensaje de Moncloa y de Génova horas después de que se hiciese oficial la decisión de Su Majestad Don Juan Carlos de ceder el testigo al Príncipe de Asturias. Sostienen en Moncloa que las instituciones son lo «suficientemente fuertes» como para que, pese a la crisis y al desgaste que han sufrido, puedan afrontar un relevo en la Corona sin que esto tenga que alterar la gobernabilidad del país, su estabilidad política y económica.

Con discreción, el jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, con la ayuda de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, han estado trabajado en estos últimos meses para que se concretase el anuncio de ayer en tiempo y forma de acuerdo con la voluntad del Rey. Y a partir de ahora el Gobierno seguirá trabajando con su calendario y su agenda de iniciativas porque entiende que, aunque «la situación es difícil y la izquierda más radical hará lo posible para que se complique más», la estabilidad en clave doméstica, y en la imagen ante los inversores extranjeros, está «más que garantizada».

El Gobierno es consciente de que la renuncia del Rey agrava un problema político que ya existía, el de la presión por el cambio constitucional. Pero desde el entorno del presidente advierten de que la entidad del problema depende, sobre todo, de la posición que adopte el Partido Socialista una vez que aclare su liderazgo. «Estamos ante un problema de Estado, que requiere soluciones de Estado y que los dos principales partidos vayan de la mano a la hora de poner sentido común y responsabilidad a las presiones de quienes quieren tumbar el sistema no se sabe para qué», sentencian en Moncloa. En relación a la discusión sobre la reforma constitucional, Rajoy lo tiene claro: su negativa a abrir en estos momentos ese debate no es táctica ni discurso político, sino «una posición de principios». Cree que es «un camino cargado de peligros, que podría llevar a ninguna parte, agravando los problemas ya existentes», explican en Moncloa. De hecho, el debate ha estado en el Consejo de Ministros, y Rajoy frenó en seco al responsable de cartera, con mucho protagonismo en la cuestión catalana, que propuso avanzar por ese camino. Ningún otro compañero de Gabinete secundó su propuesta.

Con Felipe VI ya en el trono, la intención de Rajoy es seguir manteniendo en la reserva la reforma de la Constitución y esperar a ver qué ocurre en Cataluña, qué ocurre en el PSOE y, si puede, hasta cómo se perfila el escenario de la próxima legislatura. En ningún caso el presidente se moverá sin tener atado y bien atado un consenso básico con el PSOE. Y, entre tanto, él continuará avanzando en su plan económico, que tiene como objetivo principal que empiecen a llegar los beneficios de la incipiente recuperación económica a la clase media, dentro del complicado equilibrio de no descuidar sus compromisos con Bruselas. Esto unido al impulso político, en clave legislativa, pero también de movilización del partido. La agenda de Génova se mantiene también inalterable. De hecho, hoy, por ejemplo, sigue convocado el primer cónclave territorial, que afecta a los dirigentes provinciales, para analizar el resultado de las europeas.