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Montserrat González: «Decidí matarla cuando Rajoy la apoyó como presidenta»

Montserrat González, acusada de la muerte de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, durante su declaración en el juicio.
Montserrat González, acusada de la muerte de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, durante su declaración en el juicio.larazon

Montserrat González, la autora confesa del asesinato de Isabel Carrasco, busca exculpar a toda costa a su hija. «No estoy arrepentida. Si no lo hago iba a ir al entierro de mi hija», asegura

«¿Está usted arrepentida?» le preguntó su abogado, a lo que Montserrat González respondió firme y segura: «No, porque si no, mentiría. Estaba convencida de que si no lo hago iba a tener que ir a su entierro –el de su hija, Triana–, pero si hubiese salido presidente –del PP de León– García Prieto –rival de Isabel Carrasco–, no estaríamos aquí». Con esta interpelación por la defensa y respuesta de la confesa autora del asesinato de la ex presidenta de la Diputación de León y del PP provincial finalizó la primera sesión del juicio por estos hechos, en el que el fiscal solicita 23 años de cárcel para cada una de las tres acusadas, la citada Montserrat, su hija Triana y la agente de policía local Raquel Gago, la única en libertad provisional.

El juicio comenzó con retraso porque el traslado de madre e hija desde la prisión de Villa Hierro, en la localidad de Mansilla de las Mulas, llegó a las 9:15, cuando el inicio de la vista oral estaba previsto para las nueve. Montserrat González, quien vestía prácticamente igual que su hija y no pudo evitar las lágrimas en un par de ocasiones, lo primero que hizo fue manifestar que sólo iba a contestar a las preguntas de su abogado. Su voz era débil y apenas se lograba entender lo que decía. A las 17:06, su letrado comenzaba una batería de preguntas perfectamente estructuradas. En un primer bloque, analizaba la relación con su hija, de la que, dijo, siempre tenía que estar «pendiente» por su enfermedad. Posteriormente, entró a detallar el «calvario» que tuvo que aguantar su hija después de que se negara a «tener relaciones sexuales» con Isabel Carrasco, cuando ésta presidía la Diputación y la acusada trabajaba en ese organismo como ingeniera de telecomunicaciones. Desde ese momento, la víctima, aseguró, comenzó a hacerle la vida imposible a su hija. «Fue una persecución increíble, la veía muy deprimida. Adelgazó 25 kilos, sentía miedo por ella», afirmó. Decidió dejar Astorga, donde vívía con su marido, y trasladarse a la vivienda de su hija, en León.

Sus esperanzas las centró entonces en el Congreso del PP de León que iba a celebrase en enero de 2012, pero se desvanecieron cuando Rajoy decidió no apoyar a García Prieto para presidente provincial. «Cuando vi que no salía, decidí que la iba a matar», porque Carrasco «iba a seguir haciéndole la vida imposible».

Sin embargo, parece que en diciembre ya tenía la clara intención de acabar con la vida de quien iba a ser elegida presidenta del PP provincial y ostentaba la principal responsabilidad en la Diputación, y ello por la sencilla razón de que ese mes se trasladó a Asturias para comprar el arma que usaría el 12 de mayo de 2014 para descerrajar cuatro tiros a Carrasco. Hasta aquí intentaba explicar el «móvil» que le llevó a perpetrar tal acción.

El tercer bloque era lo esencial, cómo sucedieron los hechos. Se centró en exculpar de cualquier responsabilidad a su hija: «Yo no la necesitaba para nada. Era lo que me faltaba, meterla a ella más problemas con lo que estaba pasando». También eximió de toda responsabilidad a Raquel Gago.

Así, y una vez que compró el arma, la escondió en el dormitorio que ocupaba de la vivienda de Triana y desde entonces prácticamente todos los días salía a caminar, con el revólver escondido en un bolso, para intentar ver a Carrasco y llevar a cabo su macabro plan. Lo tenía muy decidido: «Tenía claro que iba a matarla cerca». Así un día tras otro hasta que, el 12 de mayo, sobre las 17:15, la ve en la pasarela sobre el río Bernesga y decide matarla. En ese momento, llamó a su hija para que se fuese hacia el coche porque había visto a la presidenta de la Diputación y que todo «se iba a acabar ya». Triana, aseguró, le pidió que no hiciese nada, porque era consciente «de que iba a matarla». Y así fue. Cuando se encontraba a muy poca distancia de la víctima le disparó cuatro veces. «Le di en la espalda, luego más, pero ya no sé dónde le di». En total, cuatro disparos, de los que tres alcanzaron a Carrasco.

Posteriormente, aseguró que tiró el bolso con el arma dentro a un garaje, donde lo recogió su hija sin saber qué contenía y quien poco después lo dejó en el coche de su amiga, Raquel Gago, de la que, aseguró, «no tiene nada que ven en esto. Ni ella ni mi hija».

Y después, el final. Ni pizca de arrepentiemiento, más bien lo contrario. ¿Por qué cometió ese asesinato? Su justificación: «Estaba obsesionada con Carrasco».