Bildu

La esperanza abertzale para la independencia

Bildu ha depositado toda su confianza en Otegi para intentar frenar la sangría de votos hacia Podemos

La Razón
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Nadie esperaba otro resultado porque, en definitiva, Bildu es un partido marxista en el que se practica el principio del centralismo democrático, según el cual los jefes siempre tienen mejor información que los militantes para tomar las decisiones de cada momento. Arnaldo Otegi Mondragón fue elegido ayer candidato a lendakari por el citado partido en las elecciones autonómicas vascas que tendrán lugar el próximo otoño.

En este caso, se unen, según expertos antiterroristas, dos factores que pueden ser letales para la otrora pujante Izquierda Abertzale. Sortu cree que Otegi es el único candidato capaz de frenar la sangría de votos que está sufriendo en favor de Podemos; y el elegido, que abandonó recientemente la prisión de Logroño, tras haber cumplido condena por intentar refundar Batasuna, el brazo político de ETA, está convencido de que realmente es el nuevo «Moisés» que llevará a su pueblo hasta un País Vasco independiente de España.

Tan convencido que para lograr su objetivo está dispuesto a pasar por encima de carros y carretas y ha exigido a los presos de ETA, de cuyo «colectivo» ha formado parte hasta hace unas semanas, que renuncien a la amnistía para todos los reclusos (propone soluciones individuales), una de las reivindicaciones más firmes del mundo de ETA que, inmediatamente, ha reaccionado con la creación de un grupo disidente.

Otegi conoce la cárcel de sobra, ya que tuvo que cumplir otra condena por participar en el secuestro de un industrial en Vitoria. Sorprende hasta qué extremo le ha llevado su ambición personal, mezclada con la desesperación política que anida en las filas de su partido por la irrupción de Podemos.

Por aquello del centralismo democrático, la ciudadanía se tuvo que conformar ayer con ser informada, a través de un comunicado de EH Bildu «del resultado de las asambleas celebradas en los últimos días en diferentes localidades de los tres territorios de la Comunidad Autónoma Vasca, en la que se ha ratificado la propuesta de que Otegi fuera designado candidato a lendakari». ¿Hubo algún tipo de disidencia en las asambleas? Ni una palabra, ni falta que hace dirá la cohorte de Otegi. ¿Se permitió el acceso a los que pertenecen a la escisión Askatasunaren Bidea (AB), «en el camino de la libertad» en euskera?, Impensable. Todo se ha celebrado con el tradicional hermetismo que siempre ha rodeado a la Izquierda Abertzale, quizás porque no ha terminado superar los resabios de la clandestinidad y sólo admiten la legalidad, como ha ocurrido en el pasado, cuando se les permitía actuar libremente, sin que nadie se atreviera a toserles.

No hay nada más que repasar el desprecio y la chulería con las que los «batasunos» reaccionaron a la aparición de la rama disidente.

Es como si vivieran en una burbuja (de la que les está sacando Podemos a base de resultados electorales) en la que sueñan con que el nuevo líder, vendido como «hombre de paz», el «Mandela vasco» y otras expresiones insultantes para las víctimas del terrorismo etarra, les llevará de nuevo al puesto que su «lucha» (qué similitud con el nombre de un siniestro libro escrito por un no menos siniestro personaje) se merece en el panorama político vasco. Por eso, la elección del candidato hay que analizarla en su contexto: un secuestrador en nombre de ETA y un ideólogo para refundar el brazo político de la banda. Deben pensar sus mentores que con tan acreditado historial, el pueblo vasco caerá rendido a sus pies.

Pero han cambiado mucho las cosas en aquella tierra. Han sido decenas de años de totalitarismo terrorista en los que los «batasunos» eran los sujetos contemplativos de las atrocidades que cometía ETA. Mucha chulería, mucha amenaza velada (porque todos sabían quién estaba detrás de ellos). Mucho control en los pueblos. Demasiada dictadura del miedo.

De tanto repetir los mensajes durante decenas de años, ahora le piden al pueblo, el otro día lo hizo Otegi, ideas para crear nuevos mensajes. Les falta hasta la imaginación. Prueba de ello es la fórmula que han elegido para vestir hoy de gala la candidatura en el Palacio de Euskalduna de Bilbao.

Una especie de conferencia coloquio, dentro de un ciclo que se inició en Pamplona y donde Otegi no logró llenar el Frontón Labrit (¡cómo han cambiado los tiempos!) titulado «Escuchar para mejorar», en el que el aspirante y otros cargos de la coalición responderán a cuestiones planteadas por los asistentes. Garantizado que no habrá preguntas difíciles y ése es el error: perder tiempo para convencer a los que ya están convencidos.