Estado Islámico
Las brigadas femeninas del Daesh: «Nos veremos todas en el paraíso»
Procesan a una red que captaba a jóvenes en España para enviarlas a Siria e Irak
Viudas y huérfanas familiares de «combatientes» y adolescentes captadas por las redes sociales. Ésa es la principal cantera del Estado Islámico para engrosar las filas de sus brigadas femeninas
El autoproclamado Estado Islámico (EI) está recurriendo a «una agresividad sin precedentes» para sumar a sus filas a mujeres occidentales, lo que para los terroristas yihadistas supone una «victoria» al abrir una brecha en el «mundo infiel». El diagnóstico es de la fiscal de la Audiencia Nacional Dolores Delgado, especializada en terrorismo islamista, y está incorporado al auto en el que el juez Santiago Pedraz ha procesado esta misma semana a una red de captación de mujeres para el Daesh que tenía en Ceuta y Melilla uno de sus principales caladeros.
La investigación, declarada secreta durante meses, arrancó con la detención en el puesto fronterizo de Beni Enzar (Melilla), el 2 de agosto de 2014, de la joven melillense Fauzia Allal Mohamed, entonces de 19 años, y de una ceutí menor de edad, que se disponían a pasar a Marruecos para desde allí comenzar, supuestamente, su viaje a Irak para integrarse en las filas de Estado Islámico. No se trató de una operación policial cualquiera, sino de la primera ocasión en la que las Fuerzas de Seguridad detenían en España a mujeres dispuestas a unirse al Daesh. Ambas respondían a la llamada a la guerra santa efectuada un mes antes por el califa Abu Bakr al-Baghdadi, máximo dirigente del Estado Islámico.
La minuciosa investigación de la Audiencia Nacional –sustentada en parte en el testimonio de una testigo protegida– ha permitido delimitar los rasgos esenciales de este tipo de redes de captación, una radiografía que la Fiscalía incorpora al escrito en el que solicitaba al juez Pedraz el procesamiento de los integrantes de este supuesto grupo yihadista.
«Las más radicales»
La arenga de Al Baghdadi tuvo «una respuesta a nivel local» –explica la fiscal Delgado– a través de una estructura radicada en Ceuta y Melilla y en la vecina Marruecos, dedicada a la «captación, radicalización y envío de operativos yihadistas» para el Daesh. La importancia de estas redes locales radica en el hecho de que, «de manera eficaz» llevan a cabo todas las actuaciones necesarias para la selección, adoctrinamiento y traslado de esas voluntarias. El Estado Islámico proporciona a estas redes material de proselitismo y mecanismos de financiación para costear los gastos del viaje
Según las informaciones de las que dispone la Fiscalía de la Audiencia Nacional sobre Siria e Irak, el Daesh «ha creado brigadas femeninas» destinadas a controlar a mujeres, en los territorios donde está asentado este grupo terrorista, «con el fin de que cumplan estrictamente sus preceptos políticos e ideológicos, basados en una interpretación rigorista y violenta de la “sharía”». Estas brigadas son «los principales destinos operativos» de las mujeres occidentales captadas por el EI.
El Daesh otorga cargos importantes a los extranjeros, pues les considera «los más fieles» a la causa yihadista. Pero las mujeres occidentales no comparten ese rol. En algunos casos, se casan con terroristas. Aunque no son sus únicas esposas, «son las más radicales, las más dispuestas a la lucha y a la violencia». Sin embargo, en otros supuestos, se convierten en esclavas sexuales y se enfrentan «a situaciones muy duras», siendo violadas, maltratadas y explotadas.
«Odio y sed de venganza»
La principal cantera del Daesh, señala la Fiscalía, son «las viudas, huérfanas y familiares de los combatientes muertos o detenidos, que quieren de esta forma aplacar su odio y sed de venganza». Junto a ellas, el otro vivero yihadista está en las adolescentes captadas por las redes sociales, que se muestran dispuestas a viajar a Siria e Irak para casarse con los terroristas del EI «alimentando su propia fantasía de convertirse en la mujer de un mártir, tener hijos y unirse a un grupo de combatientes».
Una vez allí, no se unen a los combates, pero sí se dedican a reclutar a otras «hermanas» a través de las redes sociales (a veces, no obstante, son los propios terroristas los que manipulan sus cuentas), mandándoles imágenes de restaurantes o de bellas puestas de sol, «ofreciendo una visión idealizada del califato islámico». Otras imágenes, sujetando metralletas y cabezas decapitadas, son mucho menos sutiles.
Pero su labor principal en zonas de conflicto es criar y cuidar a los hijos que tienen con los yihadistas, con los que se casan tras conocerlos a través de las redes sociales o, incluso, ni siquiera eso, desplazándose a Siria o Irak «por la aventura» tras un proceso de radicalización previo en sus países de origen. Mezquitas extremistas, amistades o familiares ya radicalizados e internet (sobre todo Facebook y aplicaciones como Whatsapp o Telegram) son los principales responsables de que comiencen a anidar en ellas «sentimientos utópicos» que les hacen describir la devastada Siria como «un paraíso».
La red desarticulada en Melilla no es una excepción. El modus operandi no varía: captación a través de redes sociales y radicalización en foros privados de Whatsapp controlados por un «dinamizador/adoctrinador/captador», una captación online que ofrece a los terroristas resultados rápidos y sin demasiados riesgos. El perfil de esas mujeres es siempre el mismo: jóvenes o adolescentes, estudiantes mediocres o desempleadas, habituales usuarias de las redes sociales y con una «visión romántica» de su vida en las filas del Daesh, que se radicalizan a espaldas de su familia.
Este grupo contaba con dos «directores», Morad Mahfoud y Mouad el Attabi, que supervisaban desde Marruecos los envíos de mujeres y que están siendo investigados por Rabat. A sus órdenes figuraban las «reclutadoras activas», jóvenes radicalizadas encargadas de captar a través de las redes sociales a potenciales víctimas, el último eslabón de la cadena.
Una de las integrantes de esta red, Chimaa Boukhress Ahmed, estaba dispuesta, según la Fiscalía, a desplazarse a Siria en septiembre de 2014 e incluso recibió tres giros postales, dos desde Turquía y otro desde Melilla, para financiar su viaje. Incluso expresó en las redes sociales su afán por unirse al Daesh. «Nos veremos todos/as en el paraíso», escribió.
Otra de las supuestas integrantes de la red, Wuafila Mohand Allal, «participó en actividades de adoctrinamiento, radicalización y captación de chicas jóvenes», al igual que Yawad Mohamed, «que entiende la yihad como parte de su religión» y suministraba además material multimedia yihadista. Ella fue quien captó a la menor detenida en la frontera de Melilla junto a otra de las procesadas, Fauzia Allal Mohamed.
Francis Carolina Peña Orellana, por su parte, manifestó de forma reiterada –según la Fiscalía– su voluntad de integrarse en el EI y planificó su viaje, junto a su hijo de tres años, para unirse a un terrorista sin siquiera conocerlo.
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