País Vasco
Rosa Díez: «El punto final de ETA lo pondremos los demócratas»
Firmeza y exigencia han sido las consignas de Rosa Díez frente al terrorismo. Ahora no podía ser diferente y sólo espera la disolución de la banda y el respeto al relato de lo que ocurrió durante años en el País Vasco. Aspira a que la política se escriba con mayúsculas y reivindica a España como el «país de éxito que somos».
Firmeza y exigencia han sido las consignas de Rosa Díez frente al terrorismo. Ahora no podía ser diferente y sólo espera la disolución de la banda y el respeto al relato de lo que ocurrió durante años en el País Vasco.
-ETA escenifica una entrega de las armas. ¿Es el punto final?
-El punto final será cuando ETA asuma el daño a las víctimas y a los demócratas; cuando no haya impunidad para los terroristas, y cuando los miembros de ETA, que es una organización aún viva, colaboren para resolver los más de 300 crímenes que quedan por esclarecer. El punto final de ETA lo pondremos los demócratas, no sus aparatos propagandísticos.
-Aún no han pedido perdón...
-La petición de perdón pasa por el reconocimiento previo del daño causado. La democracia no puede consentir que se blanquee la historia del terror. Es inaceptable que dentro de unos años haya niños que crean que hubo una guerra y todos sufrían mucho. El problema es que en España no hemos tenido nunca un Núremberg.
-¿En qué sentido?
-Después de cualquier terror o totalitarismo, como ocurrió con el nazismo en Núremberg, es necesario condenar a los terroristas y su historia. El final llegará cuando se considere un acto deleznable apelar a la trayectoria de ETA en términos elogiosos o comprensivos. Esto aún se hace en España.
-Podemos propone eliminar el delito de enaltecimiento del terrorismo...
-Me parece una frivolidad. Es una de las herramientas más importantes para perseguir a los terroristas. Me parece un acto de suma irresponsabilidad, no me atrevo a decir de complicidad. Veo más ignorancia y oportunismo. Espero que no haya nadie que les siga y el delito permanezca en el Código penal.
-El Partido Socialista de Euskadi se sumó esta semana a la foto de apoyo al «desarme» de ETA junto con Otegi...
-Me parece repugnante que los socialistas se alíen con Otegi en la estrategia de blanquear la historia de ETA. Vienen tiempos muy duros desde el punto de vista moral. Esa foto es la de un partido político que ha dejado muchas víctimas en el camino y que se alía con un terrorista, que ha estado en la cárcel por serlo.
-Hablando de socialismo, ¿cómo ve al PSOE actual?
-Al PSOE le ocurre lo mismo que a toda la socialdemocracia en Europa: no tiene propuestas para resolver los problemas de una sociedad que ha cambiado. Está anclado en el pasado y mira de reojo a los nuevos populismos. El PSOE lleva demasiados años ensimismado en su interior y con un único discurso hacia sus votantes que mantiene que la derecha es mala. Le hace falta explicar cuál es su propuesta para España.
-Usted conecta nacionalismo con populismo...
-Es que el nacionalismo es populismo. Consiste en apelar al sentimiento por encima de la racionalidad y los argumentos. Cuando es de todo un Estado le llamamos populismo y cuando es interior, nacionalismo. Pero es lo mismo.
- En Cataluña muchos ciudadanos hablan de miedo a tratar determinados temas en público, la CUP ataca la sede del PP... ¿Ve paralelismos con el País Vasco?
- No hablar en público de determinadas cuestiones es algo que, desgraciadamente, hemos vivido en Euskadi y que tiene que ver con la falta de libertad. En Cataluña no hay violencia en sentido estricto, pero la falta de libertad existe porque pronunciarse sobre determinados temas supone represalias, laborales o sociales, y produce una cierta incomodidad. Una sociedad así no es libre.
-¿Cuál es la solución?
- No hay otra opción que aplicar el Estado de Derecho. Durante demasiado tiempo el Estado se ha ausentado de Cataluña y muchos ciudadanos se han sentido muy desprotegidos. Hay que compensarlo, no solamente aplicando las leyes, sino también haciendo pedagogía democrática para proteger a quienes están allí y se encuentran sometidos por no querer ser nacionalistas.
- Usted capitaneó el fin del bipartidismo. ¿Otros recogen los frutos?
-A veces en la vida unos siembran y otros recogen. Lo que deseo es que no se pudra la cosecha. Cuando veo el circo que hay en el Congreso de los Diputados, temo que no haya resultados. El problema es que se denostan las formas porque, en muchas ocasiones, no hay fondo en el debate.
-Entonces, ¿no cree que haya una nueva política?
-Veo comportamientos muy viejos de los que se llaman nuevos. Los ciudadanos lo valorarán. No aprecio que tengan altura de miras ni coherencia entre lo que dicen y lo que hacen. Tampoco veo que defiendan un discurso único en toda España. En cualquier caso, hay que aceptar la decisión de los españoles en las urnas.
-La preocupación por la corrupción se ha disparado en el último CIS. ¿Es el principal problema de España?
-La corrupción tiene que ver con la baja calidad de la democracia y éste es el problema de España. No hay una total separación de poderes, la Justicia va despacio y es perjudicial que no se logren pactos políticos para resolver los grandes problemas que afectarán a las próximas generaciones. Somos una democracia demasiado joven y a la que le faltan liderazgos políticos de país, que no sean partidarios. No nos queremos, hablamos mal de nosotros mismos y nos falta el orgullo de país. Tenemos que reconocernos más y trabajar en grandes acuerdos.
-Y sobre España...
-Un recuerdo: no puedo recordar lo que vivo.
-Una palabra: luz.
-El futuro: lo hacemos.
-Un tópico real: la envidia.
-Un tópico irreal: el fracaso. España tiene una historia de éxitos, no de fracasos.
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