Política

Crisis en el PSOE

Rubalcaba «tutelará» la candidatura de su «delfín»

Podría convocar las primarias después de las municipales y las autonómicas

El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba
El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcabalarazon

Grigori Yefimovich Rasputín fue un místico de gran influencia en los últimos días del zarismo, de la dinastía Romanov. En poco tiempo, se ganó el favor de la familia real y el respeto de una buena parte de la aristocracia. Y también muchos enemigos porque era un actor soberbio y convincente. Se sabía poseedor de estas habilidades y las usó inteligentemente en su provecho. Rasputín murió en 1916, asesinado, poco antes de la revolución. Sus enseñanzas, sus formas de hacer, no fueron con él a la tumba. Al contrario, han perdurado en la historia. Y para muestra un botón: Alfredo Pérez Rubalcaba.

El líder de los socialistas españoles presentó su dimisión el día después de las elecciones europeas, que el PSOE perdió con estrépito y convocó un congreso extraordinario. Apenas unas horas después, la mayoría de líderes socialistas, conjuntamente con el común de los mortales, se dieron cuenta que Rubalcaba no había dimitido como secretario general. Continuaba en sus funciones y se erigía en garante del proceso.

48 horas más tarde, el miércoles 28, su candidato, Eduardo Madina, salió a la palestra para cambiar las reglas de juego. No se celebrarían primarias. Las que apenas seis meses antes había aprobado la Conferencia Política del PSOE. A bombo y platillo, por cierto. A cambio, el adalid de la democracia proponía la convocatoria de un congreso abierto bajo la fórmula de un afiliado, un voto. «Esto fue un hecho indecente. Ni se convocó un Comité Federal. Se hurtó el debate por parte de un secretario general y un secretario de organización ya dimitidos».

Los movimientos se cumplían con efectividad «rasputiniana» para alcanzar los dos grandes objetivos: dejar fuera de juego a la candidata que en primarias tenía un apoyo mayoritario en las encuestas, Carme Chacón, y a la candidata que tiene mayor apoyo orgánico, pero que en estos momentos no puede dar un paso «para vestir un santo para desvestir otro». «Algunos quieren ganar a costa de lo que sea y no pararán hasta ganar a toda costa», apunta un dirigente que desde hace días auguraba perspectivas nada halagüeñas para el futuro del PSOE.

«Si eludimos el cambio no nos quejemos si los ciudadanos nos eluden a nosotros». Con esta frase se resume la gran incógnita que preside el socialismo español en estas horas de sorpresa que planea en una mayoría de barones que pidieron a Susana Díaz que se presentara. Otros no tienen ninguna duda que los movimientos no han hecho más que empezar. «Se minusvalora a Alfredo. Es inteligente y está acostumbrado a remar en aguas turbulentas».

El siguiente paso será consolidar la ejecutiva –que tutelará desde su despacho en la calle Ferraz– «no convocando primarias hasta después de las municipales y autonómicas». Se manejarán dos argumentos: «la situación en Cataluña y que el secretario general ha sido elegido por sufragio de los militantes hace apenas cuatro meses». En este punto, ni le toserán ni los dirigentes territoriales porque a unos meses de las elecciones se aconsejan pocos cambios en mudanzas. «Derrotado como está, mueve los hilos del partido a su antojo. Imagínate si hubiera ganado».