Soraya Rodríguez

Santamaría anima al PSOE a impulsar una moción de censura

La vicepresidenta, Sáenz de Santamaría, criticó la doble vara de medir del PSOE a la hora de hablar de corrupción
La vicepresidenta, Sáenz de Santamaría, criticó la doble vara de medir del PSOE a la hora de hablar de corrupciónlarazon

Esta vez no cayó agua sobre ninguna tribuna ni escaño, pero sí tronaron algunas de las palabras. Tenso debate el que protagonizaron ayer en la Cámara Baja la vicepresidenta del Gobierno y la portavoz socialista a cuenta de la corrupción política. La segunda atizó a su adversaria con el «caso Bárcenas» y la primera arremetió contra los ERE de Andalucía. Se sabía que el PSOE había colocado el título de «rendición de cuentas» en la exposición de motivos de su interpelación porque en otros intentos en los que mencionaba el nombre de Bárcenas topó con el veto del PP. Y también se sabía que el epígrafe era una treta para entrar de lleno en las andanzas del ex tesorero. Lo que pocos imaginaron fue la contundencia en la respuesta de Soraya Sáenz de Santamaría, que se empleó a fondo en los problemas internos del PSOE, en la ausencia de un discurso político, en la proliferación de aspirantes a mover la silla de Rubalcaba y en la doble vara de medir cuando se habla de corruptos.

Por estos derroteros transitaba el debate, cuando Soraya Rodríguez anunciaba para la próxima semana una moción consecuencia de la interpelación de ayer para «castigar las mentiras» del presidente sobre el «caso Bárcenas». Santamaría no se arredró y retó a su oponente a impulsar una moción de censura: «Si quiere presentar mociones para mover a un presidente del Gobierno elegido legítimamente en las urnas tiene usted una moción que presentar: se llama moción de censura, pero le hace falta un candidato y no varios, además de un programa».

La vicepresidenta apenas dedicó unos minutos a hablar del ex tesorero porque, recordó, Mariano Rajoy ya había dicho que nada tiene que añadir a lo que mantuvo en el Senado el 1 de agosto porque «nada ha cambiado». Y a partir de ahí se cebó cual boxeador en el ring hasta dejar KO a su rival: que si el PSOE reclama la presencia del presidente por segunda vez mientras Rubalcaba no aceptó nunca comparecer por el «caso Faisán»; que si los socialistas suben a la tribuna con declaraciones de los juzgados para hacer «el trabajo que sólo pueden hacer los tribunales»: instruir, juzgar, sentenciar y condenar; que si de verdad les importa la corrupción deberían apoyar el paquete de medidas de regeneración democrática que mañana aprobará el Consejo de Ministros (40 iniciativas que afectan a 10 leyes); que si el primer partido de la oposición ha decidido «usar el Senado para dar de alta a sus implicados en casos de corrupción»... Todo para concluir que la corrupción es un «problema de personas» y que los partidos deben trabajar juntos.

Visiblemente molesta por la mención a Chaves y Griñán, Soraya Rodríguez recordó que ninguno está imputado ni caen sobre ellos gravísimas «acusaciones como las que caen sobre el presidente del Gobierno». Antes había acusado a Rajoy de mentir en sede parlamentaria y afeado que no estuviera en sus escaño durante el debate. Aun así, pasó a relatar las, a su juicio, «falsedades» del presidente en la comparecencia del 1 de agosto en la que usó la teoría del «tesorero infiel» y del presidente «engañado». Mención especial hizo de la versión que sostuvo sobre la no vinculación de Bárcenas al PP desde hacía más de tres años y su desvinculación absoluta del partido cuando Rajoy fue elegido presidente. Para avalar su argumentación, Rodríguez exhibió desde la tribuna varios documentos, entre ellos las bases de cotizaciones a la Seguridad Social remitidas por el Ministerio de Empleo al juzgado, un listado de la Agencia Tributaria sobre las cuotas de militancia y hasta una nómina de mayo de 2012. Incluso sacó la declaración como testigo ante el juez de María Dolores de Cospedal, para recalcar que sus palabras confirmaron que en la reunión celebrada en el despacho de Rajoy en marzo de 2010, con presencia de Arenas y el ex tesorero, se acordó la salida de Bárcenas con retribución mensual, despacho, secretaria, coche y minutas de los abogados que le defendían en el «caso Gürtel».

«España se merece algo más que convertir el Parlamento en una Cámara en la que el PSOE instruye, juzga, sentencia y condena, cuando tiene algunos de sus miembros» pendientes de que se concreten sus delitos. Así comenzó la réplica de la vicepresidenta, quien cuestionó «la forma de entender las responsabilidades políticas del PSOE y su fortaleza a la hora de exigir las ajenas», además de pedir que «si de verdad le importa la corrupción (...) escuche la oferta del Gobierno».