PSOE
Susana Díaz: ¿un paso al frente por aclamación?
En el PSOE andaluz dicen que la presidenta quiere quedarse en su tierra pero si Sánchez sale muy tocado de la «no investidura» la estrategia puede cambiar
En el PSOE andaluz dicen que la presidenta quiere quedarse en su tierra pero si Sánchez sale muy tocado de la «no investidura» la estrategia puede cambiar
En mayo de 2011, el poder local socialista vivió su particular Waterloo. Seis meses antes de que Mariano Rajoy barriera en las elecciones generales, el PSOE quedó hecho jirones en unos comicios municipales que en Andalucía, por ejemplo, le entregaron al PP ocho mayorías absolutas en las ocho capitales de provincia. Aferrado a la red clientelar que hace del medio rural andaluz un feudo casi inexpugnable, el partido entonces dirigido por Pepe Griñán conservó las diputaciones de Jaén, Huelva y Sevilla, donde durante el cuatrienio siguiente se estableció un sistema rotatorio de colocación para que ediles desalojados de sus ayuntamientos, cuadros intermedios de la organización sin otra alternativa al sueldo público que la indigencia, cobrasen al menos durante unos meses del erario.
Alfredo Pérez Rubalcaba, en la campaña de las legislativas de aquel año, prometió terminar con las diputaciones, históricamente en el punto de cuantos proyectos pretenden pinchar la burbuja política. La de Sevilla, que desde la transición no conoce otros gobernantes que los del PSOE, dedica más del 80% de su presupuesto a sueldos, que en un enorme porcentaje terminan en los bolsillos de asesores, cargos de confianza o técnicos nombrados a dedo. Es irrelevante el número de funcionarios que desempeña su labor allí. Fernando Rodríguez Villalobos, su presidente, fue taxativo en un encuentro organizado por aquellas fechas por LA RAZÓN de Andalucía: «No voy a permitir que [Rubalcaba] termine con las diputaciones». Su sucesor en la secretaría general, Pedro Sánchez, ha encontrado en Albert Rivera a un aliado impagable en su guerra contra Susana Díaz.
El aspirante a presidente del Gobierno sabe que el enorme poder orgánico de su rival se sustenta en la Andalucía rural y por eso se avino a incluir en el acuerdo de (no) investidura con Ciudadanos la supresión de estas instituciones, que era una de las propuestas estrella del programa centrista, presentado en Cádiz en noviembre. La gaditana, precisamente, es una de las diputaciones recuperadas por el PSOE en mayo pasado y desde allí se escuchó la primera andanada verbal a cargo de la presidenta, Irene García: «Cumplen un papel fundamental en la cohesión territorial», dijo antes de pedir a la Ejecutiva socialista que «recapacite la manera en que se expresa y lo rectifique porque nadie que haya tenido relación con las diputaciones puede estar de acuerdo en que sean suprimidas».
El citado Rodríguez Villalobos, una de las voces que suele emplear Susana Díaz para expresar su opinión por otros medios (hace unas semanas, se inclinó públicamente por permitir gobernar a Rajoy en minoría), recordó a Ciudadanos que como «no gobierna en ayuntamientos, no sabe cuál es la realidad local de España». Pero el remate argumental, se dirigía con escaso disimulo a Pedro Sánchez, a quien quiso «agradecer la peregrina idea de suprimir las diputaciones, porque eso nos da la oportunidad de contar la enorme utilidad de las instituciones provinciales y dar visibilidad a unas entidades que han venido haciendo una labor callada y permanente a favor de los municipios de España».
Desde las entrañas del PSOE-A, se escuchan críticas más aceradas contra Pedro Sánchez, a quien se reprocha «no ya meterse contramano, porque él sabe a la perfección lo importante que son los diputaciones para el partido aquí. Es que asume una línea que le marca otro partido y que además, directamente, perjudica los intereses electorales del suyo en la comunidad que más votos y escaños le aporta». En el entorno de Susana Díaz se emplean expresiones como «mala fe» y se hace otra lectura en clave interna: «La presidenta andaluza fue la primera socialista que se dio cuenta de que el socio preferencial debía ser Ciudadanos, porque Podemos lo que quiere es destruirnos. Como no ha tenido más remedio que reconocer que tenía razón, trata de crear malestar entre la militancia de cara al congreso o a las primarias».
Porque también en el PSOE-A, ahora mismo, se trabaja con la repetición de elecciones en junio como hipótesis más probable y, por consiguiente, con el aplazamiento hasta después de los comicios del Congreso Federal fijado para el 20 de mayo. Aunque muchas figuras del partido, especialmente la llamada vieja guardia, se han dirigido a Susana Díaz para que intente ser candidata, ella parece decidida a no someterse a un precipitado proceso de primarias. Eso ahora, aunque todo podría cambiar según vayan avanzando los acontecimientos polítcos, como se ha venido viendo en los últimos meses. Los socialistas necesitan «tiempo para que se desinfle Podemos» y ella está «comprometida con los andaluces», lo que significaría que está cómoda usando la Junta como caja de resonancia para que su voz se oiga en la política nacional. Incluso en el caso de que descabalgase a Sánchez de la secretaría general este verano, lo que ahora es «una opción remotísima», se plantearía dejar la presidencia autonómica. Aunque tampoco se descarta.
En caso de repetirse las elecciones legislativas, los socialistas andaluces calculan que «el fin de semana del 8 de mayo, cuando están previstas la primarias de cara al congreso, se aprovecharía la convocatoria a la militancia para elegir al candidato a La Moncloa». Aunque las perspectivas del PSOE no son ahora tan sombrías como en enero, Díaz sigue manteniendo a día de hoy que no quiere pelearle la candidatura a Pedro Sánchez. «Cuando dé el salto nacional, lo hará por aclamación», dicen de la sultana en la sede regional.
Un analista que trabaja para Díaz explica que «si se repiten las elecciones, como parece que sucederá, ninguno de los cálculos que se hacen hoy tienen demasiada validez porque hay muchas variables distintas que dependen de muy pocos votos. Cualquiera de los posibles candidatos de los dos grandes partidos en esas elecciones, se jugará su carrera política a una sola carta: gobernar al día siguiente y además, con cierta estabilidad. Nadie sabe dónde estarán Rajoy, Sánchez o quien sea dentro de seis meses. Nadie. Sin embargo, pase lo que pase, la presidenta de la Junta de Andalucía seguirá siendo una figura relevante dentro de dos años o de tres. Tener ambición es legítimo. Tener prisa es un error o un síntoma de desesperación».
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