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Un partido a la altura de España

La Razón
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Al comenzar una difícil tarea, una persona de fuste se dirigió a quienes habían de acompañarle en el esfuerzo y les dijo: «Hemos venido aquí para hacer lo que tenemos que hacer, no lo que sabemos hacer». No es fácil encontrar un mejor comienzo. Con más frecuencia de la que parece, el único problema que tiene una organización para afrontar sus dificultades es un problema de honestidad: hacer lo que ha de hacerse y saber quién puede y quien no puede hacerlo.

No es el PSOE –que también– sino España, quien atraviesa un mal momento, y es a la altura de España, y no a la del PSOE, a la que ha de estarse para resolverlo. Eso exige a los socialistas ser lo que el país necesita que sean. No somos la primera sociedad que padece y resuelve una crisis, ni el primer partido que sufre una derrota o muestra dificultades para expresar las necesidades de su país. Podemos preguntarnos por las lecciones que nos brindan los países y los partidos que lograron resurgir de situaciones semejantes.

Creo que son dos: la primera, contraria a muchos de los esfuerzos habituales, consiste en recordar que un partido es el portador de los valores y aspiraciones de las personas; no un conjunto de personas que se «inventan» los valores, sino quienes los reconocen, los defienden, los enriquecen y los convierten en iniciativas políticas, estén en la oposición o en el Gobierno. Claro que pueden proponerse, y deben proponerse, valores nuevos a la sociedad. Pero un valor no es una «medida», ni una «iniciativa», ni un «giro»: es un criterio, una forma de hacer las cosas o, simplemente, de hacer las cosas que se desea que hagamos, no las que resultan «esperables».

En la actualidad, las personas más respetadas son los médicos, los maestros, los científicos, los pequeños y medianos empresarios... Gentes esforzadas que sirven y protegen a los ciudadanos («Pulso a España», José Juan Toharia). La primera pregunta, por tanto, sería si el PSOE está o no a la altura de ese estilo, si la agenda de los ciudadanos es la agenda del PSOE, si nuestro quehacer diario obedece a las urgencias de las personas a las que representamos. Se trata de una tarea previa y un esfuerzo colectivo que a todos concierne. Los partidos deben ser parte de un proceso de innovación social, sin duda; pero antes deben ser capaces de reconocer lo que esa sociedad está demandando, lo que ya está expresando.

Segunda lección: no es un problema de personas, sino de quién tendrá capacidad para elegir a las personas que mejor representen viejos y nuevos valores. El PSOE es algo más que sus dirigentes o sus militantes, es el conjunto de personas que establemente han expresado sus valores votando a los socialistas. Ante esas personas es ante quienes ha de comparecerse para solicitar la confianza para reconstruir la mayoría social que oriente el destino de nuestro país conforme a los valores de esfuerzo y servicio que son mayoritarios en la sociedad española.