El desafío independentista
«Uno cobarde y otros insensatos»
Políticos y empresarios valoraban ayer incrédulos el desenlace de los herederos de Pujol. Unos creen que el independentismo tomará ahora nuevos bríos, otros que la sentencia es «ejemplarizante»
Políticos y empresarios valoraban ayer incrédulos el desenlace de los herederos de Pujol. Unos creen que el independentismo tomará ahora nuevos bríos, otros que la sentencia es «ejemplarizante».
El día que Jordi Pujol i Soley decidió nombrar como heredero a Artur Mas nunca pudo imaginar su nefasto destino. Y mucho menos aún que ese joven mediocre, amigo y recadero de sus hijos, sería decapitado como presidente de la Generalitat a manos de los radicales antisistema de las CUP. Los mismos que le habían humillado a él y su familia en el Parlament de Cataluña tras la confesión de las turbias cuentas en Andorra y quienes hicieron del otro «hereu» a dedo, Carles Puigdemont Casamajó, un auténtico títere de los cuperos. Nadie pronosticó jamás el devenir de los acontecimientos que llevan a prisión a todo el núcleo duro del Govern de Cataluña, en una decisión sin precedentes, mientras el destituido presidente deambula por las ciudades belgas dejando en la cuneta a cuantos fueron sus directos colaboradores. «Uno cobarde y otros insensatos», lamentaban anoche destacados empresarios impactados por la noticia.
Llegados a este punto la pregunta es ¿y ahora qué? ¿Cuáles serán las consecuencias de un auto durísimo de la juez Carmen Lamela enviando a la cárcel a los profetas de la independencia? El sentir mayoritario en los despachos políticos y económicos de Cataluña es contradictorio, una mezcla de estupor y desazón, con elevadas dosis de victimismo en los ambientes nacionalistas. Para unos, la jueza ha sido implacable ante el desafío de unos consejeros al margen de la legalidad. Para otros, su decisión enciende de nuevo la mecha separatista, que iba en descenso. «Un grave error, cuando Puigdemont nos había dejado descabezados», opinan dirigentes del PDeCAT. «Nos ha dado ganada la campaña electoral», afirman con regocijo los más radicales convencidos de que la imagen de Oriol Junqueras en prisión agiganta su figura.
El mazazo es enorme, sobre todo para el líder de Esquerra Republicana y firme aspirante a la presidencia de la Generalitat. Junqueras estaba muy quemado tras la fuga de empresas de Cataluña, pero ahora en su entorno próximo le ven entronizado como el verdadero mártir del «procés». Dirigentes de ERC así lo tienen claro, mientras destacan que su entrada en la cárcel no le impide ser candidato hasta que no exista una sentencia firme. «El eslogan de preso político está chupado», afirman dirigentes republicanos convencidos de que la decisión de la juez Lamela es un grave error que les favorece. Las mismas fuentes estiman que la actitud del juez del Tribunal Supremo sobre Carme Forcadell y la Mesa del Parlament ha sido «mucho más prudente e inteligente», al admitir el aplazamiento de comparecencia solicitado por sus abogados.
Una vez acusado el golpe, en medios nacionalistas opinan que la entrada en prisión de los consellers «echa mucha leña al fuego» y les da nuevos bríos. Es lo que también temen algunos dirigentes de los partidos constitucionalistas, que critican en privado esta decisión judicial en plena campaña electoral hacia el 21-D. La pirueta bufa de Puigdemont les había dejado al pairo y ahora el discurso separatista vuelve a incendiarse. Otros, sin embargo, la consideran ejemplarizante y un gesto necesario hacia el electorado no separatista. En todo caso, la tensión era enorme desde que se conoció el auto judicial y las movilizaciones anunciadas. Nadie duda de que el mundo independentista retornará a la agitación callejera con todos sus líderes, los dos «Jordis» y el núcleo duro del Govern entre rejas.
El caso más flagrante es el de Oriol Junqueras, el aspirante mejor colocado en las encuestas hacia el 21-D. «De esperanza blanca a líder chamuscado», dicen dirigentes del bloque constitucional. Por el contrario, en el ámbito separatista le ven de nuevo como la gran víctima del Estado opresor. Hace mucho tiempo que Puigdemont y Junqueras se miraban de reojo con desconfianza mutua. En las pasadas elecciones, Junqueras hizo de tripas corazón, aceptó la lista única que le imponía Artur Mas en la coalición Junts pel Sí, calmó al sector duro de ERC que no quería un pacto con Mas ni en pintura y se colocó en el quinto puesto a esperar con la guadaña puesta. Su alianza con Convergència fue un pacto obligado, sus diferencias con Puigdemont sonoras y sus muestras de afecto indisimuladas. Ahora, nadie se atreve a vaticinar qué pasará y cómo se perfilarán las futuras alianzas electorales.
Nacido en el barrio barcelonés de San Andrés de Palomar, hijo de un profesor y una enfermera, a Oriol siempre le apasionó la historia y logró hacer una tesis doctoral sobre Historia Contemporánea y Pensamiento Económico, hasta ser profesor en la Universidad Autónoma de Barcelona. Un día conoció a Heribert Barrera, antiguo dirigente de Esquerra Republicana, y se contagió de sus ideas. Abrazó a ERC y alcanzó la alcaldía de San Vicente dels Horts. Católico practicante, Junqueras es un estudioso vaticanista, erudito en textos bíblicos y lector de sus escrituras. Según ha sabido este periódico, pasó la mañana del miércoles con su mujer y sus dos hijos, con quienes almorzó, y a media tarde viajó en coche hacia Madrid. Su papel como cabeza de lista de ERC queda ahora en el aire, aunque sus leales insisten en que se presentará.
En parecida situación queda el ex conseller de Territorio, Josep Rull quien, según fuentes del PDeCAT es el candidato con más posibilidades, por encima del único que se ha librado de prisión, el «verso suelto» Santi Vila. La tensión e incertidumbre en los partidos nacionalistas, mientras sus equipos jurídicos trabajan ya en los recursos contra el auto de prisión. Años después de acumular tanto poder, un veterano convergente definía así el lamentable legado: «De Mas a Puigdemont, entre fugitivos y presidiarios».
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