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Cataluña

¿Y ahora qué?

La Razón
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Desde el pasado jueves he podido constatar personalmente la preocupación de numerosísimos ciudadanos ante el escenario político consecuencia de la decisión de Artur Mas y de la reacción de Mariano Rajoy.

Cuando, en la calle, se me acercan catalanes y catalanas, lo hacen para trasladarme en primera instancia su apoyo a la propuesta socialista, que pasa por transformar nuestra arquitectura institucional para mejorar la relación entre Cataluña y el resto de España. Pero inmediatamente me muestran también su preocupación, una preocupación que se resume entre interrogantes: ¿Y ahora qué? Pues ahora Mas y Rajoy deben rectificar.

El president debe plantear propuestas que permitan una negociación constructiva con el Gobierno de España, buscar soluciones concretas a los problemas de nuestro país y fórmulas que permitan que los ciudadanos de Cataluña podamos decidir nuestro futuro de forma legal.

El presidente del Gobierno no está en posición de hacer oídos sordos a una situación que existe, a una crisis democrática que es también una crisis territorial. Mariano Rajoy debe escuchar a una Cataluña que precisa respuestas y no un portazo.

Un espacio de diálogo entre gobiernos permitiría, además, propuestas integradoras que facilitarían al conjunto de formaciones políticas progresistas optar inequívocamente por la negociación, sin necesidad de ser cómplices de un Govern que usa la consulta como coartada para aprobar unos presupuestos de marcado carácter antisocial.

De ahí que la propuesta socialista de reforma de la Constitución no tiene el único objeto de reconocer la naturaleza plurinacional, pluricultural y plurilingüística de España; el Estado federal que proponemos va a permitir también garantías sociales que destierren definitivamente los recortes de derechos, aunque pretendan ocultarse tras la estratagema de la consulta.

La pregunta encadenada de Mas y la tajante negativa de Rajoy resuelven, tal vez, sus particulares problemas políticos. Pero si ambos se sientan frente a frente con voluntad de diálogo, podrán superar la confrontación estéril, lo que significaría el inicio de la solución de los problemas de la ciudadanía.