Tribunales
La muerte de Déborah, homicidio sin resolver
El juzgado rechaza la petición del exnovio de la joven viguesa fallecida hace veintidós años de declarar la muerte “indeterminada”
El caso Déborah, que conmocionó a la sociedad de Vigo, de Galicia y de España, avanza hacia sus últimos pasos. Después de 22 años de sufrimiento para la familia, en la que han tratado de esclarecer qué sucedió realmente con la joven viguesa que la mañana del 30 de mayo de 2002 salió a correr y apareció muerta en una cuneta de O Rosal (Pontevedra) a 40 kilómetros de su casa y rodeada de pistas falsas, el juzgado mantiene que su fallecimiento fue un homicidio y no una muerte “indeterminada”.
El matiz se debe a la petición del exnovio, único investigado por su desaparición y muerte, que solicitaba declarar la muerte como “indeterminada”. Frente a ello, el juzgado de instrucción número 2 de Tui (Pontevedra), mantiene que se trató de un homicidio, aunque el procedimiento ya se archivó el pasado mes de junio por falta de indicios sólidos contra él.
Así lo recoge en un auto del pasado mes de julio, que avanzaba esta semana Atlántico Diario, y lo ha confirmado la familia de la chica a través de redes sociales, que ha calificado el intento del exnovio, Pablo P.S.L., de “artimaña” para tratar de “limpiar la propia imagen”.
Sobreseimiento tras 22 años
El pasado mes de junio la jueza acordó el sobreseimiento y archivo provisional del procedimiento en el que se investigaba la desaparición y muerte de Déborah Fernández Cervera, entre abril y mayo de 2002, al no haber indicios suficientes contra el único investigado en la causa.
La jueza exponía que el acervo probatorio recabado contra el único investigado “no es suficiente para hacer una imputación verosímil de un hecho delictivo concreto”, y “no constan indicios plurales y contundentes” para dicha imputación.
En su resolución apuntaba que “ni los testimonios recabados, ni la práctica de la exhumación del cuerpo de la víctima, ni la inspección de un arcón congelador propiedad en su día del investigado”, arrojaron “ningún resultado positivo para la investigación”, como tampoco lo hizo el análisis del móvil utilizado por la víctima que fue encontrado en dependencias policiales -y que apareció casualmente con motivo de unas obras, 16 años después de haber sido entregado por la familia y sin tarjeta SIM-.
A ello se unió el resultado de las últimas pruebas de ADN, que confirmaron que los restos de semen hallados en la vagina de la chica, así como en un pañuelo y un preservativo depositados al lado de su cuerpo, y un pelo que fue recogido en el levantamiento del cadáver, no se corresponden con la muestra recogida a Pablo.
Investigación y reapertura
Después de la desaparición de Déborah Fernández-Cervera aquel 30 de mayo de 2002, cuando había salido para hacer deporte, y del hallazgo de su cadáver diez días después, la investigación policial y judicial estuvo envuelta en la polémica.
Para la familia fue un cúmulo de “chapuzas”, con decisiones “incomprensibles”, como que se tardase años en investigar el teléfono de la chica o su ordenador, en inspeccionar el coche de su exnovio, o que no se indagase por qué en el listado de llamadas del teléfono de la chica aparecen casi una treintena de huecos en blanco.
A pesar de un contundente informe policial de 2010 (elaborado tras cambios en el equipo de investigación), que apuntaba al exnovio de Déborah por su vinculación con la desaparición y muerte de la chica, ese mismo año el juzgado archivó el procedimiento. La investigación fue reabierta a finales de 2019.
En febrero de 2022, por primera en casi 20 años, se citó como investigada a una persona, su exnovio, Pablo P.S.L., que compareció en el juzgado de Tui en marzo y proclamó su inocencia.
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