Ibiza
La boda de cuatro días de Adriana Abascal
Todavía apuran la última copa degustada en la ibicenca Cala Llonga. Buen remate casamentero a la exquisita cena en Dalt Vila, que sirvió de mazazo aperturista de la temporada estival, tras el prólogo de la pasarela «Ad Lib». Lo veremos en el colorín bien pagado de «¡Hola!» y supondrá mayor atractivo que la nada glamurosa boda de Luis Sartorius, marqués de Mariño, con la ex de Emiliano Suárez Jr., casorio que incita a las lenguas a hacer de las suyas y comentar el buen gusto de Luis Galiusi y el modelazo de Lorenzo Caprile. Nati Abascal puso todo a punto, ya imprescindible en esto de sacar partido a cualquiera. Ahí están sus transformaciones: como la Jesulina o la adelgazadísima ex novia de Kiko Rivera, una Jessica Bueno que en vez de exigirle pensión debería pasársela por cómo esta relación la lanzó como modelo y pseudopersonaje. Y es que ya me pierdo, yo que tenía tan claras las divisiones sociales, entre cuáles son personajes per se y cuáles famosillos de un momento. Como lo de Olvido Hormigos, que a las cuatro de la tarde se adorna, barroca ella, para aparecer en «Sálvame» o la Desi, salida del último «Gran Hermano», nuevo monstruo devorador de primeros planos con su propia familia. Supera al «Supervivientes» que aupó a Rosa Benito, claro que al encumbrarla propició su separación conyugal. Valga lo uno por lo otro.
Es algo que seguramente no ocurrirá con la meticulosa mexicana que, como buena estratega en esto del amor, saltó del anciano Emilio Azcárraga –un matrimonio todavía cuestionado por los suyos, con una imponente herencia que colea– a Juan Villalonga, al que internacionalizó quitándole el polvo de la dehesa con el «sí, quiero». Parecía encandilarlos con su encanto y artificiosidad física, tan de culebrón mexicano –tierra linda y bonita que tanto amo. La pateé de Tijuana a Tapachula con compañeros tan legendarios como Antonio D. Olano, Pilar Urbano y Chari Gómez-Miranda. Casi acabamos en comisaría y estuvimos a punto de dormir en un burdel recomendado por el turismo oficial–.
Adriana lleva diez días en Santa Gertrudis porque ojeó todos los detalles que culminan en un «brunch» playero en Cala Llonga, que así ofrecerá este «show» gratis a cuantos se acerquen durante el día y dará que hablar porque será la primera boda sonada de la hermética y estética elegante azteca. Exhala algo que recuerda a María Félix; lo dará su tierra.
✕
Accede a tu cuenta para comentar