Francia

La pasión extrema de Marie Le Pen

La pasión extrema de Marie Le Pen
La pasión extrema de Marie Le Penlarazon

Durante mucho tiempo ha sido «la hija de». Pero hace ya algunos años que Jean Marie Le Pen no es el principal hombre de la vida de Marine, la tercera y benjamina de la progenie. Tras la presidenta del ultraderechista Frente Nacional, del que se hizo con las riendas tras suceder a su padre en 2011, se encuentra su álter ego masculino. Pero en la sombra. Louis Aliot prefiere dejar los focos y el protagonismo a quien los franceses consideran que es una de las principales personalidades políticas del país. La tercera mejor valorada y con perspectivas de futuro, segun un reciente sondeo. Sólo por detrás de Manuel Valls y Nicolas Sarkozy.

En 2010 oficializaron su relación, aunque Aliot, actual vice presidente del partido, es «marinista» desde el día en que se conocieron, allá por 2001. Desde entonces, ha sido uno de los hombres más cercanos al patriarca del clan antes de convertirse no sólo en la pareja sentimental de Marine, sino en el artífice del proceso de «desdiabolización» de un partido en busca de una nueva legitimidad. Es decir, del lavado de cara al que se ha sometido el Frente Nacional, tildado durante décadas de extremista, ultraconservador y xenófobo, y que en esta etapa aspira a darse una pátina más respetable. También, dicen los más cercanos, que ha dulcificado el tempestuoso carácter de la temible Marine, más habituada a bramar en público que a debatir relajadamente. Y es que, inevitablemente, la herencia ideológica y genética del provocador «papá Le Pen» rezuma por cada poro de su piel.

Pese a deberse a un electorado tradicionalmente de misa diaria, ambos forman una pareja de lo menos convencional. A sus 45 años, Marine cuenta con un dilatado currículo sentimental. Divorciada dos veces y madre de tres hijos (Jehanne, Louis y Mathilde), decidió tras la última separación volver al redil e instalarse en la mansión familiar: Montretout. Un palacete heredado por Le Pen a finales de los setenta en condiciones opacas. De unos 450 metros cuadrados, fue construido por orden de Napoleón III y cuenta con un parque de media hectárea en las colinas de Saint-Cloud y con vistas a todo París. Sobre los antiguos establos, Marine ha levantado un «loft» que ocupa con su prole. Aunque ni están casados ni viven juntos, ahí se refugian en cuanto las circunstancias lo permiten. Pues Louis, de 43 años, jugador de rugby retirado y doctor en Derecho, tiene dos hijos de un primer matrimonio y pasa mucho tiempo en el sur de Francia, donde es consejero regional de Languedoc-Roussillon. Durante las vacaciones procuran escaparse con sus respectivas tribus a su nidito de Millas, en los Pirineos galos, donde la pareja ha comprado –«a crédito», insisten– una casa. Sin embargo, ni una imagen ha trascendido de esta familia «recompuesta», como tantas se dan en Francia. Con celo casi enfermizo, Marine vela por la privacidad de los suyos. Dispuesta incluso, como buena abogada, a sacar la artillería pesada y llevar a los tribunales a quien ose robar una foto.

Un pasado doloroso

Tenía sólo ocho años cuando en 1976 quince kilos de explosivos colocados en el pasillo volaban por los aires el edificio en el que vivían los Le Pen, en el distrito XV de París. Milagrosamente todos sobrevivieron. Y apenas dieciséis cuando su madre, Pierrette, y primera esposa del líder frontista, los abandonó una mañana. Traumáticos episodios a los que Marine alude cuando habla de una «infancia difícil» y que han dejado una huella indeleble. Como tampoco se ha repuesto de la exposición mediática y la exhibición pública a la que dio lugar el tumultuoso divorcio de sus padres, para escarnio de toda la familia. Por eso, «no mezclo vida privada y pública», repite incansable la líder ultraderechista, que con un discurso renovado y menos virulento aspira a hacer del denostado Frente Nacional «el primer partido de Francia».

Un divorcio al desnudo

En1984, Marine Le Pen aún era una adolescente cuando su madre aprovecha una mañana para acompañar a una amiga a la estación y ya no volver. Pierrette Le Pen se escapa para vivir una aventura con un periodista que escribía un libro sobre el fundador del Frente Nacional y que se alojaba en el palacete de Montretout, el mismo lugar en el que, arruinada y sola, se refugiaría después junto a sus hijas. Pierrette y Jean Marie airearon en público los trapos sucios de su divorcio. En la rastrera batalla que libraron, el patriarca Le Pen llegó a instar a su ex mujer a «limpiar casas para completar sus ingresos» si no llegaba a final del mes. Dicho y hecho. Madame Le Pen posó semidesnuda ataviada de doncella para «Playboy» (en la imagen) «1987» y en un reportaje interno, de alto voltaje, que dio mucho que hablar. Hoy, con 78 años, vive en una discreta casita en la finca familiar donde se ocupa de sus nietos.