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Los Duques de Palma vuelven a casa por Navidad
Sorpresa y conmoción la vivida en la Gran Vía madrileña, que a media tarde de ayer vio aterrizar, casi en autobús –es un decir–, a la Reina Sofía en compañía de la Princesa de Asturias, las Infantas Elena y Cristina y todos sus nietos. Una entrañable estampa navideña que sirve como buen anticipo, y, al tiempo, evidente confirmación, de que los Duques de Palma y sus hijos sí pasarán la Nochebuena en La Zarzuela acompañando al Rey en su recuperación.
Aunque la Casa Real no había confirmado tal posibilidad de reencuentro, se daba por hecho, y, ayer, en la primera función del musical «Sonrisas y lágrimas», que empezó a las cinco de la tarde, lo confirmaron, al formar un grupo familiar tan férreo que la gente no se lo podía creer. Todos se mostraron sonrientes y distendidos –menos Doña Elena, semiescondida bajo un casquete de lana roja–. La orgullosa abuela, Doña Sofía, que vistió un plumas corto de color negro, no cabía en sí de gozo y transmitió su alegría al resto de asistentes, que observaban atónitos la espectacular entrada en el teatro.
Sorprendió la coincidencia a la hora de vestir de la Reina con su hija mayor: ambas lucieron la misma prenda de abrigo. Eso sí, mientras Doña Sofía apostó por un color más clásico, la Infanta se decantó por el tono burdeos. Los hijos de Iñaki Urdangarín vestían jerseys de lana en tonos azulados y grisáceos, muy apropiados para estas fechas, mientras que las pequeñas Infantas lucían unos vestidos florales. La Princesa de Asturias optó por un «look» más informal compuesto por una cazadora de cuero negra y un pantalón de pitillo del mismo tono. Llamó la atención que mientras Elena y Cristina componían un dúo, siempre juntas entre todos los menores de la familia, Doña Letizia se mantuvo distante y alejada, situándose justo en el extremo opuesto, y así lo reflejan las instantáneas de la velada en vísperas de Navidad.
La Familia Real se mostró encantada con el espectáculo, aunque, sin duda, fueron los más pequeños los que más disfrutaron del musical de mayor éxito del mundo tras 52 años y que posee seis premios Tonys. En nuestro país cuenta, nada más ni nada menos, que con el gran Carlos Hipólito junto a Loreto Valverde, Yolanda García, Noemí Mazo y Silvia Luchetti. La visita pilló por sorpresa a los propios actores, que, una tarde más, dieron lo mejor de sí mismos sobre el escenario. Y es que ésta es una obra maestra que demuestra que no hay que importar firmas extranjeras para obtener un buen resultado. El público acabó de pie.
La función concluyó a las 19:30 de la tarde y la Familia Real, con las ausencias del aún imposibilitado Don Juan Carlos y del Príncipe Felipe, fue despedida con ovaciones y numerosas muestras de cariño, que ya les habían prodigado a su llegada al Coliseum. Ellos respondieron de la misma forma, sobre todo, los nietos y Doña Sofía, que no dudaron en expresar su entusiasmo por el musical.
Lo cierto es que esta representación desborda alegría, y en su estreno oficial, a principio de la temporada, ya obtuvo una expectación inusitada. Reunió a lo más selecto del país. Además del elenco de artistas que componen la versión teatral de «Sonrisas y lágrimas», no faltaron Asunción Balaguer acompañada por Linda Mirabal, Lara Dibildos, Fran Perea y Mónica Estarreado, entre otros. Entonces, su director, Jaime Azpilicueta, comentó que sueña con hacer «Gipsy», la gran creación de Angela Lansbury, y para la cual podría pensar en Concha Velasco como posible protagonista. Esperemos que pueda llevarlo a cabo y tenga tanto éxito como la obra elegida por la Reina para disfrutar de una tarde con todos sus nietos.
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