Miami
Marisa Vicario: «No sé si podré aguantar»
A la querella de Arantxa contra su familia se unen la imputación de su marido y la muerte de su cuñado
Las desgracias nunca vienen solas y a la familia Sánchez Vicario la envuelve un halo de mala suerte. Raro es el día en que los medios no reflejen algún aspecto del conflicto que existe entre los miembros del clan de la ex tenista desde hace mucho tiempo. Si la publicación del libro «Arantxa ¡Vamos!» (La Esfera de los libros) en 2012 fue la primera ondanada y levantó ampollas porque denunciaba la presión a la que se sintió sometida por su madre, inmediatamente las relaciones se congelaron a raiz de una querella elevada por la propia Arantxa contra su padre, su hermano Javier y dos personas más, un economista y un abogado, bajo la sospecha de haber malversado 16 millones de la fortuna personal que había ido acumulando la tenista durante su vida profesional desde los 14 años.
Además, cuando tras dos suspensiones del juicio se intentó llegar a un acuerdo para no tener que pasar por los tribunales y hacer sufrir más a su padre, Emilio, aquejado de Alzheimer, y a la madre, Marisa, la Audiencia Nacional levantó de nuevo la veda reabriendo la querella original por delitos de apropiación indebida, administración desleal, delito societario y falsificación documental. Luego, vino un intercambio de comunicados: primero los padres explicando que se sienten «calumniados» injustamente, negando de plano las acusaciones y pidiendo perdón a su hija, por si en algún momento no se ha sentido «apoyada o comprendida» y dejaban abierta la puerta a una reconciliación de manos de Arantxa. Después, la propia tenista contestó a través de una nota escueta: «No entendemos nada, vemos nerviosismo, precipitación y una huida hacia adelante. Los hechos hablan por sí solos. Sin más comentarios».
La gota que colmó el vaso
Pero esta semana la situación se ha vuelto insostenible para todas las partes. El jueves falleció de un paro cardíaco Antoni Colomina, esposo de la hermana mayor de Arantxa, Marisa. Su muerte, a falta del informe forense de la autopsia llevada a cabo en la clínica Tecknon de Barcelona, ha dejado un hondo pesar en toda la familia. Conocido por ser una persona con gran carisma y perteneciente a una familia media alta, que tuvo que hacerse cargo de la empresa de su padre en Jijona, se enfrentaba familiarmente a una situación complicada, ya que formaría parte, junto con su mujer, de la aportación que los tres hermanos estaban pensando hacer para comprarle a Arantxa el piso de Barcelona, donde viven los padres, «para que no tuvieran que moverse y poder estar tranquilos».
Toda esta presión pudo ser facilmente un desencadenante, ya que la familia siente que «no se qué más nos puede pasar», según ha podido saber este diario. Parece que los padres de Arantxa no encuentran muchas fuerzas para devolver los golpes que les van cayendo, y han expresado que no saben si podrán «aguantar». Como bien escribió Marisa Vicario en su comunicado: «No podemos hacer más por intentar solucionar el enfrentamiento familiar», quiere dedicarse a cuidar a su marido «en cuerpo y alma». Para cerrar todos los sucesos sobre la familia Sánchez Vicario, ayer, el juzgado de instrucción número 3 de Sant Feliu de Llobregat imputó a un miembro más de la familia, al acusar a Josep Santacana, segundo marido de Arantxa, de alzamiento de bienes al negarse a pagar una deuda obligado por orden judicial del 2007. Se une así a la larga lista de litigios y deudas que Santacana ha sembrado por Cataluña. En los años 2000-2001 comenzó una andadura que llega hasta hoy. Uno de los casos más sonados es el que ha devuelto a la palestra la Justicia. En 2004 Josep alquiló una casa en Sitges a Mauricio Bernardi, un informático italiano que reside en Barcelona, cuando aún no se había casado con Arantxa. «Le compré un piso a Santacana, di un adelanto y luego volví a darle más dinero. Cuando fui a firmar ya le había vendido el piso a otra persona», relata a LA RAZÓN. Entonces reconoce que ahí «empezó la pesadilla». Mauro se dedicó después de demandarle, a investigar y, «mirando el Registro de la Propiedad vi que se lo había hecho a otras siete personas». Aunque la justicia le dió la razón en 2007, «tras casarse con Arantxa desapareció completamente. Cuando a finales del año pasado me enteré que se iban a vivir a Miami pensé que se iba a escapar», y por eso el fiscal pidió la retirada del pasaporte de Santacana. Al final la medida fue desestimada. «Me sentí como un tonto. Mi abogado me dijo que pasaba entonces de ser una causa civil a una demanda por lo penal. Decidí seguir adelante porque hablamos de más de 60.000 euros. Todo está documentado y confío en la Justicia, no tengo otra alternativa», matiza Mauro.
Arancha Sánchez Vicario
La tenista amasó una gran fortuna personal desde los 14 años hasta las olimpiadas de Atenas en 2004 y dejó todos los poderes notariales en manos de su familia para que gestionaran el dinero en sociedades. Tras una revisión con Hacienda presentó la querella contra su padre, Emilio, y su hermano Javier, por la desaparición de 16 millones de euros
Javier Sánchez Vicario
El hermano de la tenista se ha mantenido oculto a las cámaras a pesar de ser uno de los querellados. Según pudo saber LA RAZÓN quiso ponerse de acuerdo con Emilio y Marisa para ayudar a sus padres
Josep Santacana
Contrajo matrimonio con Arantxa en 2008 enfrentándose a la oposición de su familia, que no veía con buenos ojos el enlace. Ayer, un juzgado de Cataluña le imputó por alzamiento de bienes al negarse a pagar una deuda obligado por una orden judicial que data de 2007.
Emilio Sánchez Benito
El padre de Arantxa sufre Alzheimer y un cáncer y su estado empeora. Siempre ha negado las acusaciones de su hija y ahora mismo su estado es tal que «casi no reconoce ni a los amigos»
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