Literatura
Marta Estrada: «Leo las erratas con el oído»
–«Un refugio para Clara». ¿La literatura es su refugio?
–Sí. Es el lugar donde vuelco todo lo que llevo dentro, que es mucho.
–Es ciega desde los once años y ésta es su primera novela. ¿Ve a través de los recuerdos de cuando veía?
–Claro. Antes de quedarme ciega ya había visto mucho y guardo esas imágenes como oro en paño. Son muy nítidas, como de ayer mismo.
–Escribe: «Yo siempre digo que todo empezó cuando me quedé ciega».
–Nació mi mundo literario. Mi padre me leía y eso me llevó a escribir.
–Perdió el vínculo de conexión con el exterior, dice. ¿La pérdida enriqueció su mundo interior?
–No me cabe duda. Empecé a percibir cosas que antes no percibía y empecé a saber o conocer con otros sentidos: el tacto, el olfato, el oído...
–¿No culpó a nadie, no maldijo su mala suerte?
–No culpé ni maldije. Me conformé. Sabía que podía perder la visión e intuía que iba a suceder.
–Quiere transmitir que la vida puede ser cruel, pero que depende de nosotros la gestión del trauma. ¿Cómo lo gestiona usted?
–Lo gestiono pensando que todo ocurre por alguna razón. No es una maravilla quedarse ciega, pero después del golpe he tratado de buscar razones positivas que no siempre encuentro.
–Perdió la visión y ganó tacto. ¿Qué tal toca?
–Toco con suavidad y amor, si viene al caso.
–Lo digo porque su novela tiene toques eróticos fuertes...
–Sí, la trama lo pedía. Pero no llego a las «Cincuenta sombras de Grey».
–Como escritora, ¿qué ve mejor que los demás?
–Las erratas. Al escucharlas las detecto mejor. Las leo con el oído.
–Todavía vende cupones en Sant Pere Rivas. ¿Aprovecha para recomendar la lectura de su novela?
–Aquí ya la han comprado todos. Eso sí: en el quiosco firmo novelas mientras vendo cupones.
–Dice que es una máquina de imaginar. ¿Cómo se imagina a Rajoy?
–Prefiero imaginarme a mis hijos. No me apetece nada imaginar a los políticos.
–Y además son inimaginables...
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