Sevilla

Ortega Cano piensa vender «Yerbabuena»

El diestro, en la finca que puede que pronto deje de ser de su propiedad
El diestro, en la finca que puede que pronto deje de ser de su propiedadlarazon

Indeciso, Ortega no sabe a qué carta quedarse: por un lado se impone la necesidad casi vital de salir de Villanueva de los Arroyos, donde lo quieren poco y mal. Es una persona non grata desde el accidente que acabó con la vida de Carlos Parra. Por otra parte, Ana María, su novia, no puede evitar tirar hacía Sanlúcar de Barrameda. No en vano, ahí tiene sus negocios. Es evidente que se trata de una difícil papeleta para quien tiene en ese cortijo, «Yerbabuena», no sólo recuerdos sentimentales tejidos mano a mano con Rocío Jurado, la que lo apartó de una soltería ante la que se resistió María Gómez-Brea, su novia de toda la vida, que todavía es una mujer con amplia experiencia en la compra y venta de fincas. Su despacho era de los más notorios de Madrid, así como era celebrada la discreción con que durante años soportó las oscilaciones amatorias del entonces triunfador cartaginense. Ella encarnaba el perfil ideal de «mujer de torero», esa figura en la sombra a la que deberían rendir un homenaje, ya que hacen mucho al vivir un angustioso claroscuro de luces, alegrías y sufrimientos en silencio.

Pronto sabrá de esta experiencia la novia de Alejandro Talavante, que el cinco de julio se convertirá en su esposa en un enlace que se celebrará en la finca extremeña de Olivenza. Ése es el escenario de sus grandes triunfos. Más tarde, al finalizar septiembre, será Francisco Rivera el que dé su segundo «sí, quiero» a Lourdes en una entregada Ronda, tan familiar para el diestro, que aún sigue rendida al culto del maestro Antonio, «Abuelo Bobo», de quien Fran heredó su mal carácter. Son calcados, aunque con distinta forma de torear –hay un mundo entre nieto y abuelo–, porque las faenas míticas del padre de Carmina y Belén no se van del recuerdo de nadie, ni de su entrañable Charo Vega. Eran gentes del toreo y el flamenco que son ya rastros de otra época, en la que Pastora Imperio reinaba en los teatros, aunque luego acabó en el tablao de su propiedad en el que hizo debutar a Rocío Jurado. Charo Vega es de las mujeres más guapas de España, raza pura, conformista con su amiga Lolita, que esta semana repone «Más sofocos» en una versión nueva y ampliada donde impone arte y vis cómica. Se notará la baja de Paz Padilla, que prefiere volcarse en «Sálvame». Está bien aconsejada por Arturo, el representante al que es fiel y que consagró a Chiquito de la Calzada.

Insistimos, «Yerbabuena» a la venta, ya reconvertida en una finca óptima que no tiene nada que ver con la que le compró a Espartaco, que no la supo valorar. Ortega Cano la convirtió en una visita imprescindible a esa zona serrana tan próxima a Sevilla, un negocio que administraban Gloria y José, la hermana y el cuñado de la chipionera, que no entenderá nada desde las alturas. Ella levantó aquello con el esfuerzo de su garganta, se implicó y tenía una ilusión ilimitada. La creía ideal para vivir su amor con el torero. Su entusiasmo ya pasó a la historia y la zona perderá gancho si Ortega la vente ante los siete millones de euros que le ofrecen por deshacerse de los que se podría considerar lo mejor de su vida.