El Cairo
El Ejército tiene la última palabra
El Ejército egipcio es el que decidirá si la revolución se llevará a cabo o no. Desde que el viernes día 28 se destituyera el Gobierno y se desmembraran las Fuerzas de Seguridad, el Ejército se ha confirmado como la única autoridad fuerte y visible en el país árabe.
Los militares han sido la principal institución egipcia desde que hicieran la revolución de los «oficiales libres» en 1952 y consiguieran liberar la nación de las potencias coloniales y de una monarquía corrupta al servicio de éstas. Desde entonces el Ejército es el garante de la independencia, de la fortaleza y de la imagen de Egipto como el «campeón» de los países árabes. Un liderazgo que ejerció, por ejemplo, durante las guerras árabe-israelíes. En estos sesenta años, los militares han creado un potente aparato de poder de grandes proporciones. Controlan sectores estratégicos de la economía egipcia como el energético o el de las infraestructuras civiles. También poseen el monopolio en la fabricación tanto de productos básicos como inmobiliario de cocina u otros más sotisficados como la maquinaria pesada. El Ejército participa además en el sector de la alimentación. En las épocas de crisis las panaderías militares se han encargado de suministrar este alimento vital para la población de 80 millones de habitantes.
«El verdadero centro de poder en Egipto es el Ejército», responde un alto cargo del PND de Mubarak a una pregunta de diplomáticos estadounidenses, según revela uno de los cables de Wikileaks. El papel del Ejército en este periodo incierto parece indiscutible. La oposición creó ayer un comité compuesto por miembros de los Hermanos Musulmanes y por la plataforma del ex director de la OIEA, Mohamed El Baradei, con el fin de negociar con los militares el final del régimen de Mubarak. En los próximos días se desvelará si el Ejército respalda un proceso democrático o el status quo.
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