África

El Cairo

El desorden de los rebeldes esteriliza la ofensiva aérea

Después de la euforia inicial y de los avances de los primeros días, la situación parece estancarse de nuevo en el escenario bélico libio, donde la victoria no se prevé sencilla y rápida ni para los rebeldes ni para la coalición internacional, que ayer registró su primera pérdida, sólo material por el momento.

Soldados gadafistas pasan junto a un almacén destruido por los misiles aliados
Soldados gadafistas pasan junto a un almacén destruido por los misiles aliadoslarazon

En las últimas 24 horas, los rebeldes no han conseguido avanzar en el frente este, que permanece en Ajdabia, después de un primer empujón gracias al apoyo aéreo francés. Ayer aviones aliados bombardearon los radares y las defensas antiaéreas de Gadafi en el área alrededor de Bengasi, que estaría ya completamente asegurada, desde el aire. Pero los milicianos revolucionarios van a necesitar mucho más que eso para poder luchar contra las tropas de Gadafi, superiores en medios y organización. Los rebeldes han vuelto al frente a luchar, más desorganizados que antes, con numerosas bajas en sus filas, y con las mismas armas ligeras de siempre. Faltos de coordinación, incluso de comunicaciones tácticas, poco pueden hacer contra un Gadafi dispuesto a quemar el país antes de dejar el poder.

 Debido a los bombardeos aliados, las tropas gubernamentales han detenido el avance, pero se mantienen a la defensiva, y siguen controlando Ajdabia, repeliendo los intentos de los rebeldes de reconquistar la ciudad, atacándolos con artillería pesada.

Mientras los combates sigan teniendo lugar en una zona urbana o lo suficientemente cerca de viviendas, las fuerzas internacionales no pueden intervenir para no arriesgarse a provocar víctimas civiles y esto está siendo aprovechado por el régimen, especialmente en el oeste.

Misrata, en la costa al este de Trípoli, lleva cinco días bajo intensos bombardeos y la emergencia humanitaria allí es cada vez más alarmante, según nuevos relatos que llegan desde la ciudad, la tercera de Libia. Después de una semana sin agua corriente y totalmente incomunicada, empiezan a escasear los víveres y, sobre todo, los suministros médicos para los cientos de heridos que necesitan ser tratados. Las fuerzas aliadas no pueden cumplir su misión de proteger a los civiles en este caso porque las tropas de Gadafi se encuentran dentro de la ciudad. En Zintan, en el suroeste del país, ocurre lo mismo: las tropas del coronel rodean el núcleo habitado y lo están bombardeando con artillería pesada desde hace dos días, con el resultado de 10 muertos sólo ayer, según Reuters. Gadafi siguió el mismo modus operandi en la localidad occidental de Zawiya, que acabó cayendo en sus manos.

Las fuerzas internacionales no han podido por el momento detener a Gadafi en el oeste, a pesar de haber bombardeado sus bastiones, donde se cree que cuenta aún con un relativo apoyo popular, especialmente en la capital Trípoli, que está siendo la zona más difícil de atacar y controlar por parte de la coalición. Allí el régimen ha conseguido silenciar a sus opositores, que tienen ahora las manos atadas y es poco probable que puedan alzarse de nuevo contra el dictador tras el intento de los primeros días. Por ello, cada vez más se plantea un escenario de una Libia dividida entre el este «libre» y el oeste gobernado aún por Gadafi. Ésta es una opción que los revolucionarios han rechazado desde el primer momento, asegurando que lucharán hasta liberar Trípoli, pero esta posibilidad se presenta muy remota con su ejército de voluntarios inexpertos, sin armas ni entrenamiento, que necesitaría de coordinación y estrategia militar, algo que los aliados se niegan a ofrecerles, por ahora.