España

Rajoy cierra apoyos en la UE para resolver la ayuda antes de fin de año

El Gobierno cree que los mercados no aguantarán hasta 2013. La decisión final depende de que Berlín despeje el camino y no eleve la condicionalidad por el cumplimiento del déficit

Rajoy, ayer en el Palacio de la Moncloa
Rajoy, ayer en el Palacio de la Moncloalarazon

Madrid- El Gobierno sigue desbrozando el camino que lleva a la nueva «línea de crédito» articulada por el Banco Central Europeo (BCE) para apoyar la deuda soberana de los países periféricos. La clave en la decisión final está, por supuesto, en los mercados. Dicen en Moncloa que el jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, resolverá «cuando los mercados nos pidan un interés excesivo o nos nieguen el crédito». Ayer el Tesoro volvió a aguantar una nueva emision de bonos a corto y medio plazo.

Pero también dicen oficiosamente, y con todas las cautelas, que el debate ya no está en si pedir o no la ayuda, sino en si es posible hacerlo. Es decir, que Rajoy ya no estaría deshojando la margarita sobre si «rescate» sí o no porque ha llegado a la conclusión que de poder, es mejor avanzar por esa vía. Pero hay que poder. «España no puede pedir el rescate si no tiene la seguridad de que va a ser aprobado por todos y sin que los socios más reacios nos exijan deberes añadidos a los que ya se derivan de la consolidación fiscal y del proceso de ajuste de déficit», precisa un alto cargo «monclovita». ¿Estamos hablando de semanas? ¿De meses? A día de hoy la respuesta del Gobierno no va más allá de precisar que, en principio, todo debería quedar resuelto en este año. La llave, como siempre, la tiene la canciller alemana, Angela Merkel, inmersa en un proceso electoral que le ha llevado a olvidarse de la solidaridad para centrarse en la batalla por mantener el poder y en conseguir que la economía de su país siga a salvo de la amenaza de recesión. Si Berlín –y con ello sus países satélites– cambia de registro y se decide a facilitarnos el camino, Rajoy solicitará la asistencia del BCE. En su entorno precisan que el presidente se inclina por considerar que esa opción daría más tranquilidad y que teme, «y esto es lo determinante», que la tregua de los mercados se termine antes de que acabe el año.

De momento, la estrategia del Gobierno sigue pivotando sobre la acción diplomática dirigida a tantear la posición de los socios y, sobre todo, a conocer qué habría detrás de la opción de hacer caso a aquellos que nos aconsejan que vayamos al «rescate». El problema del Gobierno no es ya tanto de decisión propia, sino de indecisión europea. Los que nos animan a pedir la ayuda se pierden cuando se les pide concreción en la letra pequeña de la solicitud formal de la misma, es decir, en su condicionalidad asociada. Y en el otro lado están los que urgen al ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, a no moverse y a seguir esperando a ver qué pasa.

En cualquier caso, el calendario de amortizaciones que el Tesoro tiene por delante es un doloroso hecho tangible. De ahora a finales de año, el Ejecutivo tiene que encontrar unos 40.000 millones de euros. Y la cifra resulta mucho más escalofriante si se mira hacia 2013: la deuda que debe ser refinanciada alcanza los 120.000 millones de euros, sin tener en cuenta las consecuencias de una desviación sobre el objetivo de déficit.

La pelota está, sin duda, en el tablero internacional. El Gobierno ya ha movido las fichas nacionales que tenía a su alcance: los Presupuestos Generales del Estado para 2013 y la agenda de reformas estructurales, que Guindos está vendiendo con insistencia en los centros de poder europeos. En el Gobierno son conscientes del peso que tiene el hecho de que el mercado haya dado por descontado que España necesitará la asistencia del BCE y ésta es una de las razones que explican que, a esperas de la decisión final, mantengan al mismo tiempo viva la idea de que nuestro país recurrirá a la ayuda.

Rajoy defendió ayer que Europa se encuentra en una situación de «impasse», pero se mostró convencido de que pronto dará un salto adelante sobre la base de un «euro irreversible». «Es necesario que Europa avance en la integración, y haya cada vez más unión monetaria, política, bancaria, fiscal y económica», manifestó en la presentanción de una conferencia de Antonio Basagoiti, líder del PP vasco.