Baloncesto
MMXX
Da pereza. Hay crisis. No tenemos un (puto) duro. Nos la van a jugar otra vez. Con dos intentos es suficiente... Estamos en el año MMXI después de Cristo optando a unos juegos para el MMXX. Toda la Galia está ocupada por los romanos que –ahora– no quieren los Juegos… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste todavía y siempre al invasor: Cibeles. La mayoría de las razones para estar en contra tiene que ver con la rabia que da perder dos veces. Es normal: pero esa rabia se puede y se debe vencer. Las cartas que vienen dadas esta vez llegan de cara. África no se anima y Asia ya tiene el invierno del 18. Y aunque es cierto que se dijo lo mismo para el 16, Madrid no se perdonaría nunca que los Juegos de 2020 fueran en Europa sin haberlo siquiera intentado. Hay que intentarlo. Es la candidatura con las cuentas mejor hechas y con más obras realizadas. Es más lo que se puede ganar que lo que hay que invertir. Ahora bien: la aventura debe ser exquisita con los gastos porque es un momento de especial exigencia. El tamaño de las ciudades se mide también por el tamaño de sus sueños. Y los sueños de Madrid son tamaño XXL. Superen la pereza. Ésta puede ser la buena.
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