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Pekín

El Dalai Lama se jubila

Continuará como líder espiritual, pero abandonará su responsabilidad política al frente del movimiento tibetano

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El Dalai Lama aseguró ayer que abandonará en breve sus funciones como representante político del movimiento autonomista de Tíbet, aunque se mantendrá como cabeza espiritual del budismo tibetano. El anciano líder religioso, venerado como una divinidad por su pueblo, dijo que prefiere hacerse a un lado para ceder paso a «un líder elegido libremente», un proceso de «transición democrática» que debería empezar este mismo lunes.

Se trata de una idea que Tenzin Gyatso lleva años masticando y con la que pretende, entre otras cosas, evitar que las autoridades chinas coloquen a un hombre fiel al régimen como cabeza visible de la teocracia tibetana; una jugada que el Partido Comunista Chino lleva muchos años preparando, aprovechando el esoterismo de la liturgia sucesoria tibetana: cuyos monjes escrutan a la población local hasta decidir en qué cuerpo se ha reencarnado el líder eterno. Así fue elegido el actual Dalai Lama, quien subió al trono cuando tenía tan sólo 2 años. Aunque su peso simbólico es enorme, el Dalai Lama, en realidad, no mantiene jurisdicción sobre ningún territorio y su liderazgo político sólo es efectivo entre la comunidad en el exilio, dirigida por los herederos de la jerarquía que gobernó de facto Tíbet hasta que las tropas comunistas entraron en la región hace más de medio siglo.

El conocido icono budista hizo el anuncio desde la localidad donde reside, Dharamsala (India), durante el discurso de conmemoración del 52º aniversario de la revuelta tibetana, un levantamiento que fue aplastado por el Ejército del Pueblo de Mao.

«Desde los sesenta he repetido muchas veces que los tibetanos necesitan un nuevo líder, elegido libremente por el pueblo y que pueda devolver el poder al mismo», dejó dicho. En realidad, el Gobierno tibetano en el exilio ya existe, aunque el Dalai Lama siempre ha estado por encima, como un guía venerado por todos y al que todos respetan y obedecen. Una influencia que, aunque sea como líder religioso, seguirá teniendo hasta su muerte. Al hacerse formalmente a un lado, Tenzin Gyatso, que tiene ya 75 años, busca que sus súbditos se organicen, para que el movimiento nacional madure al margen de la jerarquía budista que sigue viviendo en territorio controlado por China y que el régimen somete a control y enormes presiones.


La «vía de en medio»
A pesar de que Pekín lo considera públicamente un «criminal» y un «sedicioso», el Dalai Lama no defiende la independencia de Tíbet, sino una mayor autonomía y libertad de culto. Su resistencia pacífica, bautizada como «la vía de en medio» le valióel Nobel de la Paz en 1989, y no admite ningún tipo de violencia. Sin embargo, muchos jóvenes nacionalistas creen que la estrategia no está funcionando y que ha llegado el momento de luchar por la independencia con todas las armas a su alcance. Desde Pekín, el régimen comunista dijo que no confía en la palabra de Tenzin Gyatso y que su anuncio es un «truco».